martes, 17 de octubre de 2006

Crítica | LOS SIMPSON; Malicia sin ofensa

Para ‘Los Simpson’ ('The Simpsons'), la serie de animación norteamericana que se emite desde hace años en Antena 3 TV al mediodía, resulta muy fácil ser políticamente incorrecta. Visto lo sencillo que es ofender a la sociedad estadounidense actual (basta un pezón en la tele para sembrar el caos más absoluto), a la serie creada por Matt Groening lo único que le hace falta es coger una parte de la realidad y echar mano de la exageración y la ironía . Aunque, a decir verdad, ‘Los Simpson’ tienen más de otras cosas que de exagerados. A veces incluso tiran más hacia amables, porque de quitar ironía a este retrato de esa sociedad (porque lo de la familia no es más que un punto de partida para la serie) los norteamericanos se darían con la cruda realidad en las narices, una realidad mucho más cruel y desesperanzadora.

Si cogemos a los personajes podremos ver que malicia no les falta a estos dibujos. Tenemos a un padre muy aficionado a visitar a sus amigos del bar, muy aficionado a comer, a quedar en ridículo, a descuidar un trabajo altamente peligroso, a hacer el vacío a su familia, a criticar lo que él mismo hace y muy aficionado, en definitiva, a ser, pensar y decir todo lo que “no se debe”. Una madre que intenta imponer algo de orden pero que tan pronto suelta palabras amables y bobaliconas como se convierte en conductora temeraria (por ejemplo). Tenemos a una cerebrito de hija que tan pronto se revela contra los suyos como se pasa horas junto a su hermano viendo 'Rasca y Pica' o saca lo peor de sus genes para hacer frente a una rival intelectual. También está ese hijo rebelde que no duda en utilizar todo su ingenio para el peor fin que logre ocurrírsele, ya sea sabotear algún acto del instituto o simplemente hacer un poquito más desgraciada la vida de cualquiera de los que le rodean. Por último (dentro de casa, claro), está ese abuelo, que cuando no se duerme de pie o es abandonado en el rincón más rebuscado, se dedica a decir burradas o hacer de un relato de guerra una comedia de enredo, siempre con la mala uva que se le presupone a todo aquel que viva en ese Springfield amarillento.

En fin, todo un caso de familia en el que, por supuesto, ni un solo americano se ve reflejado. Faltaría más. ‘Los Simpson’ ha sido calificada por algunos sectores de la sociedad estadounidense de insultante, incendiaria, cruel e incluso peligrosa. Pero mucho me temo que de quitar ese bello, bellísimo velo en que pueden convertirse a veces la ironía y la sátira, la sociedad del otro lado del charco se encontraría con un espejo que para poder tragar habría que desgarrarse la garganta por lo duro y puntiagudo de su cristal. Lo que tiene la familia amarilla en casa no es nada en comparación con lo que puede encontrarse entre los muros de muchísimas familias norteamericanas. Y quien dice entre los muros de las familias dice entre los muros de la administración, instituciones y demás.

Porque ese negligente doctor de Springfield mete el dedo en el ojo a muchos médicos reales, pero lo saca y el ojo queda como estaba. Mucho más duro sería enseñar a modo de documental como está la sanidad de ese gran país. No haría falta colar ninguna cámara oculta en un hospital, bastaría con entrar en cualquier casa y ver cuantos de los allí presentes se ven abandonados a su suerte por no tener un cheque que convierta a los médicos de verdad en los héroes que vemos en las series médicas estadounidenses. ‘Urgencias’, ‘House’ y ‘Anatomía de Grey’ son todas series de gran calidad pero, incluso a la hora de abordar la más sangrienta de las tramas, la realidad más dramática y cruel se queda siempre en la puerta del estudio.

Y lo mismo ocurre con el agente de policía: qué malicia, sí, y que mala intención a la hora de pintar a un agente de la ley como un despreocupado, necio y gordinflón. Pero, ¿y si tocásemos en serio, sin vivos tonos amarillos ni abueletes seniles, el tema de la corrupción policial en Estados Unidos?

La televisión estadounidense ha sabido crear el mejor vehículo posible para reírse de su gente, de una manera inteligente, mordaz, punzante... pero con mucha manga ancha. ‘Los Simpson’ son una especie de auto-terapia para los norteamericanos, una forma de demostrar que algo podrido se puede pintar de rosa. O de amarillo. Y no tienen de qué quejarse, más les vale que ese color siga donde está por mucho tiempo.

3 comentarios:

Lulu dijo...

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Anónimo dijo...

Oye! creo que los simpsons tienen el humor de lo obvio, es decir, de lo que todo el mundo sabe, pero nadie lo dice a grito -como homero, por ejemplo-.
Yo no he ido a USA, no se si tu, pero realmente es cierto lo de las personas abandonadas por inasistencia médica, por no tener dinero? si sabias que algunos de los casos presentados en grey's anatomy los han tomado de la vida real.
Y bueno, esta crítia me ha decepcionado, no es muy buena, como las que he leido antes.
PD: escribe, otras más
Saludos!

Anónimo dijo...

''La crítica (lo que emplea éste blog) es inútil porque despierta el resentimiento en el hombre'' dijo el escritor Dale Carnegie. Por supuesto, tiene razón. Ahora mi comentario: Los Simpsons es una comedia/sátira de lo mejor, aunque muchas veces se muestre innecesariamente crueldad y cosas sangrientas en los chistes, lo que la hace un porcentaje mala.
No se puede negar que en Estados Unidos hay una grandísima cantidad de personas reflejadas en la serie... y lo del médico o el policía por ejemplo (sin meter a todos en la misma bolsa), es verdad y no solamente en ese país.
Es un error el que cometen los creadores al pretender que ría el público de cosas crueles, porque hay que atraer con lo que quiere la gente, no con lo que quiere la empresa.
Pablo Williman