Buena parte de la sociedad estadounidense actual se tiene a sí misma como un modelo de modernidad en política social, por poner un ejemplo. No podemos devolver la vista a esa “buena parte”, no por difícil, sino porque para devolver algo es preciso que el que lo va a recibir lo haya tenido ya antes, y no se da el caso. Pero a cada cual se le debe admitir su triunfo, y en Estados Unidos la calidad media de la ficción televisiva es intachable (si es un triunfo comparable al que supone no tener vigente la pena de muerte, en eso ya no me meteré). Buen ejemplo de ello es ‘El abogado’ ('The Practice'), una serie que tiene ya unos añitos pero que aguanta una revisión como solo un producto verdaderamente bueno puede hacerlo.
En el capítulo emitido ayer por La Sexta (18:15), se tocaron temas como el aborto, el tráfico de drogas, la religión y la medicina (estas dos en un mismo caso), la doble moral de la sociedad norteamericana actual y, como no, los entresijos de la ley. Los guionistas de ‘Los hombres de Paco’, entre otras series españolas de muy dudosa calidad, se quedarían boquiabiertos si llegase a sus oídos que meter todo eso en un mismo guión es posible. Pues lo es, y diré más, es posible hacerlo muy bien.
Del creador de ‘Ally McBeal’, otra serie que se ha recuperado recientemente para la televisión en abierto, ‘El abogado’ narra el día a día en un bufete de abogados de Boston. Las tramas personales tienen cabida en esta serie, pero en comparación con la serie protagonizada por Calista Flockhart el tiempo que se les dedica es muy inferior. Eso implica que el gran peso del relato recae en las tramas legales. En el capítulo ‘Busca y confisca’ (de la segunda temporada), Lindsay, interpretada por Kelli Williams, defendía a un traficante de droga, en un caso bastante más irónico de lo que acostumbran a ser los relacionados con las sustancias ilegales. El otro caso, el que causaba más impresión, era el de una mujer que, movida por sus convicciones religiosas, se negaba a que le practicasen una cesárea, única manera de salvar al hijo que llevaba en su interior.
Los dos temas dan algo de vértigo, pero a los guionistas no les temblaba el pulso en ningún momento. Desde la irónica escena en la que el traficante explicaba a la jueza que “ando un poco corto de pasta... si hubiese vendido la cocaína...” hasta la impactante secuencia que servía de desenlace al caso de la madre y su bebé, todo en el capítulo estaba controlado al milímetro por el guión. La dirección, por su parte, era impecable y el reparto creíble del primer al último miembro del mismo.
Merecen especial atención en la lista de actores Kelli Williams, Lara Flynn Boyle y, sobre todo, Dylan McDermott. Éste último, un buen actor, demuestra en ‘El abogado’ que se puede ser un cabeza de reparto serio, riguroso y elegante (con el smoking del episodio del lunes o sin él) sin caer en el error de dar una imagen de insoportable superioridad, como le ocurre a David Caruso, protagonista de la inferior ‘CSI Miami’. El Bobby Donnell de Dylan McDermott es un líder carismático pero con sus flaquezas, y no un jefazo odioso y meticulosamente perfecto.
‘El abogado’, también hay que admitirlo, no puede evitar caer en el tópico del clásico (y heroico) juicio americano, del tipo en que un fiscal siempre tiene un as en la manga o un abogado suelta un discurso tan espectacular que parece que media sala va a romper a llorar de pura emoción. Pero no es necesariamente un error, porque es lo que funciona mejor en este tipo de series. No hay más que echar la vista atrás y ver cómo les fue en materia de audiencias a Leonardo Sbaraglia, Natalia Verbeke y Fanny Gautier con la más recatada (pero muy estimable) ‘Al filo de la ley’. Para juicios realistas, las noticias, y para buena ficción, la estadounidense. A cada uno lo suyo.
En el capítulo emitido ayer por La Sexta (18:15), se tocaron temas como el aborto, el tráfico de drogas, la religión y la medicina (estas dos en un mismo caso), la doble moral de la sociedad norteamericana actual y, como no, los entresijos de la ley. Los guionistas de ‘Los hombres de Paco’, entre otras series españolas de muy dudosa calidad, se quedarían boquiabiertos si llegase a sus oídos que meter todo eso en un mismo guión es posible. Pues lo es, y diré más, es posible hacerlo muy bien.
Del creador de ‘Ally McBeal’, otra serie que se ha recuperado recientemente para la televisión en abierto, ‘El abogado’ narra el día a día en un bufete de abogados de Boston. Las tramas personales tienen cabida en esta serie, pero en comparación con la serie protagonizada por Calista Flockhart el tiempo que se les dedica es muy inferior. Eso implica que el gran peso del relato recae en las tramas legales. En el capítulo ‘Busca y confisca’ (de la segunda temporada), Lindsay, interpretada por Kelli Williams, defendía a un traficante de droga, en un caso bastante más irónico de lo que acostumbran a ser los relacionados con las sustancias ilegales. El otro caso, el que causaba más impresión, era el de una mujer que, movida por sus convicciones religiosas, se negaba a que le practicasen una cesárea, única manera de salvar al hijo que llevaba en su interior.
Los dos temas dan algo de vértigo, pero a los guionistas no les temblaba el pulso en ningún momento. Desde la irónica escena en la que el traficante explicaba a la jueza que “ando un poco corto de pasta... si hubiese vendido la cocaína...” hasta la impactante secuencia que servía de desenlace al caso de la madre y su bebé, todo en el capítulo estaba controlado al milímetro por el guión. La dirección, por su parte, era impecable y el reparto creíble del primer al último miembro del mismo.
Merecen especial atención en la lista de actores Kelli Williams, Lara Flynn Boyle y, sobre todo, Dylan McDermott. Éste último, un buen actor, demuestra en ‘El abogado’ que se puede ser un cabeza de reparto serio, riguroso y elegante (con el smoking del episodio del lunes o sin él) sin caer en el error de dar una imagen de insoportable superioridad, como le ocurre a David Caruso, protagonista de la inferior ‘CSI Miami’. El Bobby Donnell de Dylan McDermott es un líder carismático pero con sus flaquezas, y no un jefazo odioso y meticulosamente perfecto.
‘El abogado’, también hay que admitirlo, no puede evitar caer en el tópico del clásico (y heroico) juicio americano, del tipo en que un fiscal siempre tiene un as en la manga o un abogado suelta un discurso tan espectacular que parece que media sala va a romper a llorar de pura emoción. Pero no es necesariamente un error, porque es lo que funciona mejor en este tipo de series. No hay más que echar la vista atrás y ver cómo les fue en materia de audiencias a Leonardo Sbaraglia, Natalia Verbeke y Fanny Gautier con la más recatada (pero muy estimable) ‘Al filo de la ley’. Para juicios realistas, las noticias, y para buena ficción, la estadounidense. A cada uno lo suyo.
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