viernes, 8 de junio de 2007

Crítica| EL HABITANTE INCIERTO; Sólido debut, inquietante y entretenido

Se agradece de veras que una película apueste por el suspense psicológico dejando a un lado la galería de efectos especiales, ruidos ensordecedores y colores cegadores en que se han convertido en los últimos tiempos los géneros que van de la intriga al terror. Se agradece más aún viniendo de un debutante, porque es bien sabido que arriesgar lo que se dice arriesgar en el cine español se hace poco, y por eso es extraño (y bienvenido) que alguien que no tiene en su filmografía el colchón de otra película en la que apoyar su valentía se atreva a tirarse a una piscina como ‘El habitante incierto’. La película, que se emite mañana a las 22:00 en Canal+, es entretenida, interesante, inquietante y sorprendente. No todo a la vez, pero es que ante todo es un debut.
Andoni Gracia y Mónica López
en 'El habitante incierto' (Guillem Morales, 2004)

A Félix (interpretado por Andoni Gracia) acaba de dejarle su novia Vera (Mónica López) tras una relación de años. Las causas de la ruptura no están del todo claras, pero tampoco es eso en lo que ‘El habitante incierto’ quiere que reparemos. Los datos que tenemos sobre el fin de ese romance son pocos y están ahí para ponernos al corriente de algún otro asunto. Así, cuando Vera le habla al protagonista de su nuevo piso y le deja caer, con aires de reproche, que “en 40 m2 una pareja se encuentra a cada instante, ¿sabes?, y en tu casa es imposible encontrarse, es demasiado grande, demasiado ordenada, demasiado perfecta...” la película no está resumiéndonos el camino que ha llevado a los personajes a la separación, sino proporcionándonos algunos datos que quieren que retengamos: 1) La casa donde transcurre la acción es inmensa; 2) El protagonista es meticulosamente ordenado (la clase de persona que sabría reconocer un objeto que no está donde/como estuvo anteriormente).

Esos datos a retener merecen ser recordados cuando Félix deja entrar a un desconocido (Agustí Villaronga) a hacer una llamada telefónica y, tras marcharse a la cocina dándole un poco de intimidad, regresa al salón para descubrir que el hombre ha desaparecido. Félix no lo ha oído marchar, pero lo que sí empieza a oír a partir de ese día son ruidos extraños, ruidos que provienen de su propia casa y que le hacen sospechar que el hombre puede seguir allí, escondido en las sombras como un “hombre parásito”, aprovechándose de cada metro cuadrado y de la soledad del protagonista.

Si alguien piensa que puede adivinar por donde irán los derroteros de ahí en adelante, está muy equivocado. Si algo no es ‘El habitante incierto’ es predecible. De hecho, la segunda mitad del metraje parece pertenecer a otra película. En ella se habla, entre otras cosas, de las secuelas de una ruptura traumática, de lo fácil que es pasar de víctima a verdugo, de la falsa inocencia de las personas y de lo divertida de ver que puede llegar a ser una inquietante invasión de la intimidad.

La película de Guillem Morales comienza como un macabro juego del escondite para acabar convertida en una extraña intriga que llega a tomar tintes cómicos. Aunque si se le puede llamar comedia al comportamiento del protagonista en la segunda mitad del film se trata de una comedia de lo más negra, capaz de hacer sonreír al espectador al tiempo que se lleva las manos a la boca de espanto.

Desde que consiguiera en 2001 el Leopardo de bronce al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Locarno por ‘A la revolución en un dos caballos’, el bilbaíno Andoni Gracia no ha tenido demasiada suerte en los proyectos en los que ha ido participando (la desconocida ‘What Sebastian dreamt’, el telefilme ‘Jugar a matar’...). El de ‘El habitante incierto’ es el mejor protagonista al que se ha enfrentado últimamente, pero es una lástima que no lograse explorar con el personaje todo el terreno que tenía a su alcance. El actor logra convertirse en un Félix entre nostálgico y psicológicamente ambiguo pero no saca partido a muchas de las oportunidades que le brinda el guión, en especial en la segunda parte del film.

Mónica López (‘Intacto’, ‘En la ciudad’), galardonada con el premio a la mejor actriz en el Festival de Sitges por este trabajo, lo hace bien, doblemente bien si tenemos en cuenta lo que le exige el guión en una y otra parte de la película. Pero quien más reconocimiento merece es sin duda el responsable de la cinta, Guillem Morales, cuya nominación al Goya en la categoría de mejor dirección novel en la edición de 2006 está ganada minuto a minuto en ‘El habitante incierto’, con sus altibajos y sus errores (todos menores viniendo de un debutante) pero, sobre todo, con su corrección y sus ganas de arriesgar y sorprender.