En el cine de terror siempre funciona mejor lo que se sugiere que lo que se muestra. El monstruo siempre da más miedo cuando no se le ve, el fantasma asusta más cuando uno se lo imagina... Por eso, el problema de ‘Muñeco diabólico’ ('Child's Play'), que se emitió ayer a las 22:00 en Sci-Fi, es que se equivoca al mostrar al muñeco matando y diciendo barbaridades. No hay más que ver lo superiores que son los primeros 45 minutos de metraje para saber que los guionistas cometieron un error en los restantes.
El comienzo de la película no deja del todo satisfecho, roza lo infantiloide: un asesino en serie es acorralado en una juguetería y antes de morir decide depositar su alma en el cuerpo más cercano mediante brujería. Y sí, se agradece el esfuerzo de buscar una explicación a lo del muñeco parlante y psicótico, pero resultan igual de inverosímiles y ridículos, a simple vista, un muñeco que tiene vida porque sí y un conjuro vudú que puede hacer que la tenga.
Volviendo al asesino en apuros, todos saben que en el mundo de hoy la gente no está ahí para ayudarte cuando la necesitas. Y eso le pasa al personaje interpretado por Brad Dourif. Puesto que esto es ‘Muñeco diabólico’, lo único que tiene a mano en el momento clave no es otra cosa que un trozo de plástico. Pero le sirve.
A partir de ese momento se le da el pistoletazo de salida a todo lo mejor de la película. Andy Barclay (Alex Vincent), un niño de seis años, recibe por fin su esperado muñeco Good Guy de manos de su madre, que parece tener que apretarse el cinturón cada mes, por lo que tiene que comprarle el juguete a un vagabundo en un callejón. Por ahora la madre (Catherine Hicks) no sabe lo que le acaba de hacer a su hijo, pero tiempo al tiempo.
Cuando una noche “tía Maggie” (Dinah Manoff), la mejor amiga de la madre, se queda a cuidar de Andy, Chucky (el simpático muñeco) comienza a decir algo más que “seré tu amigo hasta el final”. Pero por ahora se lo dice a Andy al oido, y ahí está el acierto de este tramo de la película: hacer que el niño sea visto como una criatura desequilibrada que utiliza al muñeco como excusa para hacer y decir las mayores barbaridades. Preguntado por su madre, Andy dice que Chucky “me cuenta muchas cosas... que tía Maggie era una perra y que ha recibido su merecido”. La cara que se le queda a la madre es de imaginar. Pero cuando la policía deja internado a Andy en una institución, su madre saca por fin la supermadre que lleva dentro, y es que cualquier buena madre de película americana cree antes en muñecos enajenados que en hijos asesinos. Cuando ella amenaza con tirarlo al fuego por lo que le está pasando a su hijo, Chucky se revela contra la madre.
A partir de ahí, por desgracia, ‘Muñeco diabólico’ se desmadra sin remedio. La impotencia que se le transmite al espectador al ver como Andy paga por lo que hace su “amigo hasta el final”, desaparece. Se acaban esas inquietantes escenas en las que una víctima es acechada por algo que no podemos ver. Y repito, esto es ‘Muñeco diabólico’ y nosotros sabemos lo que pasa, pero ese juego de “¿será el niño o el muñeco?” al que se les hace jugar a los personajes adultos es lo más memorable de la película.
El guión va perdiendo tensión a medida que se acerca al desenlace. Llegado el final del filme, además, se dan demasiadas vueltas, con un te-mato/no-te-mato que se hace bastante largo (aunque más largas son otras escenas similares en películas que tienen a un ser de carne y hueso como villano).
El director Tom Holland dirige la película con buen pulso, sabiendo que no debe tomarse el asunto demasiado en serio y, por tanto, tratando con el debido respeto un espectador que sin duda verá esto como un juego macabro. La “seriedad” malévola que tiene la primera mitad de la película viene acompañada de un humor negro muy acertado.
Por su parte, Catherine Hicks hace un buen trabajo en el papel de esa madre que condena a su hijo a ser perseguido por un muñeco durante toda la película (y alguna que otra secuela). El propio hijo está interpretado francamente bien por Alex Vincent, uno de esos pocos niños de película que no sacan de quicio al espectador. Chris Sarandon, en cambio, no consigue entrar a formar un triángulo con los anteriores a pesar de ser el primero en aparecer en escena. El policía al que interpreta no llega a conectar con el espectador. Y con Brad Dourif, por último, no puede uno dejar de pensar que viendo lo que hizo en ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ (Milos Forman, 1975) lo de esta película y este papel no es precisamente salir bien parado.
En definitiva, ‘Muñeco diabólico’ es un entretenimiento muy aceptable, que merece la pena aunque solo sea por su primera mitad. El resto se podría considerar el verdadero comienzo de las secuelas.
El comienzo de la película no deja del todo satisfecho, roza lo infantiloide: un asesino en serie es acorralado en una juguetería y antes de morir decide depositar su alma en el cuerpo más cercano mediante brujería. Y sí, se agradece el esfuerzo de buscar una explicación a lo del muñeco parlante y psicótico, pero resultan igual de inverosímiles y ridículos, a simple vista, un muñeco que tiene vida porque sí y un conjuro vudú que puede hacer que la tenga.
Volviendo al asesino en apuros, todos saben que en el mundo de hoy la gente no está ahí para ayudarte cuando la necesitas. Y eso le pasa al personaje interpretado por Brad Dourif. Puesto que esto es ‘Muñeco diabólico’, lo único que tiene a mano en el momento clave no es otra cosa que un trozo de plástico. Pero le sirve.
A partir de ese momento se le da el pistoletazo de salida a todo lo mejor de la película. Andy Barclay (Alex Vincent), un niño de seis años, recibe por fin su esperado muñeco Good Guy de manos de su madre, que parece tener que apretarse el cinturón cada mes, por lo que tiene que comprarle el juguete a un vagabundo en un callejón. Por ahora la madre (Catherine Hicks) no sabe lo que le acaba de hacer a su hijo, pero tiempo al tiempo.
Cuando una noche “tía Maggie” (Dinah Manoff), la mejor amiga de la madre, se queda a cuidar de Andy, Chucky (el simpático muñeco) comienza a decir algo más que “seré tu amigo hasta el final”. Pero por ahora se lo dice a Andy al oido, y ahí está el acierto de este tramo de la película: hacer que el niño sea visto como una criatura desequilibrada que utiliza al muñeco como excusa para hacer y decir las mayores barbaridades. Preguntado por su madre, Andy dice que Chucky “me cuenta muchas cosas... que tía Maggie era una perra y que ha recibido su merecido”. La cara que se le queda a la madre es de imaginar. Pero cuando la policía deja internado a Andy en una institución, su madre saca por fin la supermadre que lleva dentro, y es que cualquier buena madre de película americana cree antes en muñecos enajenados que en hijos asesinos. Cuando ella amenaza con tirarlo al fuego por lo que le está pasando a su hijo, Chucky se revela contra la madre.
A partir de ahí, por desgracia, ‘Muñeco diabólico’ se desmadra sin remedio. La impotencia que se le transmite al espectador al ver como Andy paga por lo que hace su “amigo hasta el final”, desaparece. Se acaban esas inquietantes escenas en las que una víctima es acechada por algo que no podemos ver. Y repito, esto es ‘Muñeco diabólico’ y nosotros sabemos lo que pasa, pero ese juego de “¿será el niño o el muñeco?” al que se les hace jugar a los personajes adultos es lo más memorable de la película.
El guión va perdiendo tensión a medida que se acerca al desenlace. Llegado el final del filme, además, se dan demasiadas vueltas, con un te-mato/no-te-mato que se hace bastante largo (aunque más largas son otras escenas similares en películas que tienen a un ser de carne y hueso como villano).
El director Tom Holland dirige la película con buen pulso, sabiendo que no debe tomarse el asunto demasiado en serio y, por tanto, tratando con el debido respeto un espectador que sin duda verá esto como un juego macabro. La “seriedad” malévola que tiene la primera mitad de la película viene acompañada de un humor negro muy acertado.
Por su parte, Catherine Hicks hace un buen trabajo en el papel de esa madre que condena a su hijo a ser perseguido por un muñeco durante toda la película (y alguna que otra secuela). El propio hijo está interpretado francamente bien por Alex Vincent, uno de esos pocos niños de película que no sacan de quicio al espectador. Chris Sarandon, en cambio, no consigue entrar a formar un triángulo con los anteriores a pesar de ser el primero en aparecer en escena. El policía al que interpreta no llega a conectar con el espectador. Y con Brad Dourif, por último, no puede uno dejar de pensar que viendo lo que hizo en ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ (Milos Forman, 1975) lo de esta película y este papel no es precisamente salir bien parado.
En definitiva, ‘Muñeco diabólico’ es un entretenimiento muy aceptable, que merece la pena aunque solo sea por su primera mitad. El resto se podría considerar el verdadero comienzo de las secuelas.
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