Las vistas aéreas del imperio naviero de los Bazán, la familia que protagoniza La dársena de poniente, dan algo de elegancia y grandiosismo a este nuevo serial de intriga que se estrenaba ayer en el prime time de TVE-1. Pero esas tomas duran escasos segundos y el resto resulta ser lo que los seriales de sobremesa españoles acostumbran a ofrecer.
La historia gira entorno a una adinerada familia que, al margen de los beneficios que obtiene de su empresa de transportes navieros, no parece tener una vida perfecta. Ya en el primer capítulo veíamos a la matriarca del clan confiándole sus sospechas de que su marido tenía una aventura a la mismísima amante, quien tranquilizaba a la esposa con un malicioso “A mí no puede engañarme... me paso el día con él”. Otro clásico de estos seriales tomaba forma cuando el personaje de Sancho Gracia, uno de los pocos actores que se libran de la quema en el reparto, le proponía a su futuro yerno firmar un documento de separación de bienes en un supuesto intento de proteger a su hija (“Llevo toda la vida luchando para que no le falte de nada” aseguraba más tarde el patriarca a su abogado delante de su hija).
A pesar de contar con conversaciones idiotas donde las haya (“Jamás había conocido a una mujer que supiese tanto de mecánica”/”Tal vez nunca hayas conocido a una mujer de verdad”), el guión sabe por donde se mueve y qué hace falta para estructurar una historia como esta. Y eso que los primeros capítulos nunca son fáciles. Los guionistas tienen que presentar a los personajes, hacer que los espectadores se formen una imagen de ellos en muy poco tiempo, preparar los hilos argumentales con suficiente claridad... Pero en este caso el guión cumplió con su cometido decentemente dentro de lo que cabe. Aunque eso no impidió que el episodio se hiciese a ratos pesado y artificial por la cantidad de traiciones y misterios que había que digerir por minuto.
El reparto de la serie, aunque bien encabezado por Sancho Gracia, tiene tendencia a la exageración. Cristina Urgel parecía no darse cuenta de que estaba en televisión y no en teatro, donde su sobreactuación estaría algo menos fuera de lugar. Silvia Tortosa no daba la impresión de estar cómoda, aunque puede que en posteriores episodios se vaya relajando. Otras caras conocidas como las de Manolo Zarzo y Miguel Rellán asomaron durante unos minutos en la serie, sin demasiada ocasión para lucirse. Habrá que esperar unas semanas, si la audiencia les deja, para que todos ellos se hagan más a sus personajes.
Volviendo a la historia, un coche fuera de control irrumpía en una boda llevándose por delante un banquete y yendo a parar a un acantilado. Rodada desde diferentes ángulos, la caída del vehículo ponía punto y final al primer capítulo demostrando que dinero hay. Pero el segundo episodio será tanto o más importante que este primero para aclarar si La dársena de poniente tiene más que eso. Por ahora asoma la duda.
La historia gira entorno a una adinerada familia que, al margen de los beneficios que obtiene de su empresa de transportes navieros, no parece tener una vida perfecta. Ya en el primer capítulo veíamos a la matriarca del clan confiándole sus sospechas de que su marido tenía una aventura a la mismísima amante, quien tranquilizaba a la esposa con un malicioso “A mí no puede engañarme... me paso el día con él”. Otro clásico de estos seriales tomaba forma cuando el personaje de Sancho Gracia, uno de los pocos actores que se libran de la quema en el reparto, le proponía a su futuro yerno firmar un documento de separación de bienes en un supuesto intento de proteger a su hija (“Llevo toda la vida luchando para que no le falte de nada” aseguraba más tarde el patriarca a su abogado delante de su hija).
A pesar de contar con conversaciones idiotas donde las haya (“Jamás había conocido a una mujer que supiese tanto de mecánica”/”Tal vez nunca hayas conocido a una mujer de verdad”), el guión sabe por donde se mueve y qué hace falta para estructurar una historia como esta. Y eso que los primeros capítulos nunca son fáciles. Los guionistas tienen que presentar a los personajes, hacer que los espectadores se formen una imagen de ellos en muy poco tiempo, preparar los hilos argumentales con suficiente claridad... Pero en este caso el guión cumplió con su cometido decentemente dentro de lo que cabe. Aunque eso no impidió que el episodio se hiciese a ratos pesado y artificial por la cantidad de traiciones y misterios que había que digerir por minuto.
El reparto de la serie, aunque bien encabezado por Sancho Gracia, tiene tendencia a la exageración. Cristina Urgel parecía no darse cuenta de que estaba en televisión y no en teatro, donde su sobreactuación estaría algo menos fuera de lugar. Silvia Tortosa no daba la impresión de estar cómoda, aunque puede que en posteriores episodios se vaya relajando. Otras caras conocidas como las de Manolo Zarzo y Miguel Rellán asomaron durante unos minutos en la serie, sin demasiada ocasión para lucirse. Habrá que esperar unas semanas, si la audiencia les deja, para que todos ellos se hagan más a sus personajes.
Volviendo a la historia, un coche fuera de control irrumpía en una boda llevándose por delante un banquete y yendo a parar a un acantilado. Rodada desde diferentes ángulos, la caída del vehículo ponía punto y final al primer capítulo demostrando que dinero hay. Pero el segundo episodio será tanto o más importante que este primero para aclarar si La dársena de poniente tiene más que eso. Por ahora asoma la duda.
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