Secuestros, chantajes, amenazas, pruebas de ADN... No es un culebrón venezolano ni la segunda temporada de ‘Mujeres desesperadas’, se trata de ‘Smallville’, la serie que narra la adolescencia de Superman todos los días alrededor de las 20:45 en La 2. No es que destaque por lo malo entre las teleseries extranjeras de esa cadena, pero tampoco viene a salvar los muebles del segundo canal público, ese que combina premiados documentales con ‘El chavo del ocho’ y ‘Florecienta’.
Para ser justos, deberíamos apuntar que ‘Smallville’ tiene una factura técnica bastante notable, se atreve con efectos especiales (algo peligroso para un producto televisivo) y no sale mal parada y, además, cuenta con localizaciones de rodaje que se hacen, a ratos, muy agradables de ver. Pero lo que la factura técnica y las granjas de cuento no pueden esconder es una historia construida sin imaginación y de la forma más sosa. La idea original de la serie, la de mostrar los años de instituto del superhéroe creado por Jerry Siegel y Joe Shuster, podría haber funcionado mucho mejor si no se hubiese ideado para cuajar sólo entre una porción tan específica del público como es la adolescente.
En el episodio de ayer, ‘Genealogía’, la serie demostraba poder ser tan melodramática como una telenovela, pero no acertaba a ser tan emocionante como la película de Richard Donner de 1978, ni supongo que tan entretenida o apasionante como el cómic original, que no he leído. “Él podría ser mi padre biológico... quiero averiguarlo todo acerca de él” decía Lana, el personaje interpretado por Kristin Kreuk (la chica del rostro felino), y poco después la veíamos entrando en la casa de un hombre con el que nunca había hablado para soltarle que él (que salía en una foto junto a la madre de la chica) podría ser su padre. Cosas que pasan.
El protagonista (Tom Welling, un actor que no aguanta la menor comparación con Christopher Reeve) también tenía que enfrentarse a un lío familiar: una mujer pelirroja que aparecía de la nada para decirle que era su madre. Desde ese momento, las pruebas de ADN falsificadas, los secuestros, los padres que lo hacen “casi todo” por sus hijos raptados y los poderes del jovencito Clark marcaban el ritmo de la función, no más que moderadamente entretenida.
En cualquier caso, hubo puntos interesantes en el capítulo de ayer. Por un lado, cuando el primer encuentro entre Lana y su supuesto padre biológico no llegaba a buen puerto, veíamos a Kristin Kreuk salir llorando de una casa. Dentro no se nos había enseñado a la chica empezando a llorar, y quizás fuese para agilizar el ritmo de la narración, pero también es posible que estuviesen evitando mostrar a la actriz intentando llegar al llanto frente a la cámara por alguna razón que, me imagino, nada tendrá que ver con el hecho de que Kreuk no llegue como actriz al nivel de discreta promesa. Por otro lado, en momentos de gran tensión emocional (o eso se pretendía que fuesen), a Tom Welling no se le pedía ni lo de salir de una casa con las lágrimas en los ojos. Al carilindo protagonista solo se le requería alguna que otra cara de corderito degollado, lo que parecía suponer un reto importante para el inexpresivo actor. Haciendo de padres adoptivos del chaval, Annette O'Toole y John Schneider se colocaban por encima de la media de la serie en materia de interpretación, pero tratándose de una serie adolescente su tiempo en pantalla estaba restringido. A Michael Rosenbaum, por su parte, se le podría decir pasable como el joven Lex Luthor, al que imprime un marcado misterio (¿o será más nuestro subconsciente?).
Refiriéndose a su madre, el personaje de Chloe (Allison Mack), una de las amigas de instituto del joven Clark, decía: “no era lo bastante buena para que ella me quisiera”. Esa cursilada de frase dice más sobre la propia serie que sobre la madre de ese personaje. ‘Smallville’ no es lo bastante buena para gustar al público adulto que disfrutó con el ‘Superman’ de Richard Donner, ni lo bastante buena como para orquestar un entretenimiento decente dirigido a aquellos a los que no interesa la película protagonizada por Christopher Reeve y Margot Kidder. Esta descafeinada versión es sobre adolescentes y para adolescentes. Concretamente, para los menos exigentes.
Para ser justos, deberíamos apuntar que ‘Smallville’ tiene una factura técnica bastante notable, se atreve con efectos especiales (algo peligroso para un producto televisivo) y no sale mal parada y, además, cuenta con localizaciones de rodaje que se hacen, a ratos, muy agradables de ver. Pero lo que la factura técnica y las granjas de cuento no pueden esconder es una historia construida sin imaginación y de la forma más sosa. La idea original de la serie, la de mostrar los años de instituto del superhéroe creado por Jerry Siegel y Joe Shuster, podría haber funcionado mucho mejor si no se hubiese ideado para cuajar sólo entre una porción tan específica del público como es la adolescente.
En el episodio de ayer, ‘Genealogía’, la serie demostraba poder ser tan melodramática como una telenovela, pero no acertaba a ser tan emocionante como la película de Richard Donner de 1978, ni supongo que tan entretenida o apasionante como el cómic original, que no he leído. “Él podría ser mi padre biológico... quiero averiguarlo todo acerca de él” decía Lana, el personaje interpretado por Kristin Kreuk (la chica del rostro felino), y poco después la veíamos entrando en la casa de un hombre con el que nunca había hablado para soltarle que él (que salía en una foto junto a la madre de la chica) podría ser su padre. Cosas que pasan.
El protagonista (Tom Welling, un actor que no aguanta la menor comparación con Christopher Reeve) también tenía que enfrentarse a un lío familiar: una mujer pelirroja que aparecía de la nada para decirle que era su madre. Desde ese momento, las pruebas de ADN falsificadas, los secuestros, los padres que lo hacen “casi todo” por sus hijos raptados y los poderes del jovencito Clark marcaban el ritmo de la función, no más que moderadamente entretenida.
En cualquier caso, hubo puntos interesantes en el capítulo de ayer. Por un lado, cuando el primer encuentro entre Lana y su supuesto padre biológico no llegaba a buen puerto, veíamos a Kristin Kreuk salir llorando de una casa. Dentro no se nos había enseñado a la chica empezando a llorar, y quizás fuese para agilizar el ritmo de la narración, pero también es posible que estuviesen evitando mostrar a la actriz intentando llegar al llanto frente a la cámara por alguna razón que, me imagino, nada tendrá que ver con el hecho de que Kreuk no llegue como actriz al nivel de discreta promesa. Por otro lado, en momentos de gran tensión emocional (o eso se pretendía que fuesen), a Tom Welling no se le pedía ni lo de salir de una casa con las lágrimas en los ojos. Al carilindo protagonista solo se le requería alguna que otra cara de corderito degollado, lo que parecía suponer un reto importante para el inexpresivo actor. Haciendo de padres adoptivos del chaval, Annette O'Toole y John Schneider se colocaban por encima de la media de la serie en materia de interpretación, pero tratándose de una serie adolescente su tiempo en pantalla estaba restringido. A Michael Rosenbaum, por su parte, se le podría decir pasable como el joven Lex Luthor, al que imprime un marcado misterio (¿o será más nuestro subconsciente?).
Refiriéndose a su madre, el personaje de Chloe (Allison Mack), una de las amigas de instituto del joven Clark, decía: “no era lo bastante buena para que ella me quisiera”. Esa cursilada de frase dice más sobre la propia serie que sobre la madre de ese personaje. ‘Smallville’ no es lo bastante buena para gustar al público adulto que disfrutó con el ‘Superman’ de Richard Donner, ni lo bastante buena como para orquestar un entretenimiento decente dirigido a aquellos a los que no interesa la película protagonizada por Christopher Reeve y Margot Kidder. Esta descafeinada versión es sobre adolescentes y para adolescentes. Concretamente, para los menos exigentes.
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