Lisa Edelstein y Hugh Laurie en 'House'
Es cosa de carácter, de forma de ser, aunque también tiene mucho que ver en la actitud de Gregory House (Hugh Laurie) el hecho de ser cojo. No puede evitarlo, tiene que ser grosero, impertinente, sarcástico, ofensivo y, por tanto, maleducado. ¿Mala persona? Dejémoslo en que tampoco es la mejor del mundo. Está siempre acompañado por los mejores profesionales, las doctoras Lisa Cuddy (Lisa Edelstein) y Allison Cameron (Jennifer Morrison) y los doctores Eric Foreman (Omar Epps), James Wilson (Robert Sean Leonard) y Robert Chase (Jesse Spencer). ¿Qué tal lo llevan ellos? Según, a veces parecen tentados de dejarle inconsciente y otras parecen sentirse los más afortunados del mundo ante semejante, y único, maestro. Muchos espectadores, yo entre ellos, no les envidiamos el tener que trabajar con ese bicho, por divertido que resulte.
En el capítulo de ayer, ‘A salvo’, la paciente de turno se llamaba Melinda (Michelle Trachtenberg), una chica abandonada repentinamente por sus defensas a pesar de contar con un corazón recién operado y ocupado por un chico de anuncio (Jake McDorman) (y a pesar de tener una madre, interpretada por Mel Harris, que hacía las veces de funcionaria de prisiones). Cuanto peor estaba la chica, peor se comportaba House. No le bastó con intimidar al novio de la paciente con una charla sobre su semen, tuvo que hablar “demasiado claro” delante de la protectora madre y encerrarse en el ascensor con Eric y la chica para buscar una garrapata entre su vello púbico. Y muchos dirán que, como el famoso doctor casi siempre sale victorioso, no está demasiado bien quejarse de sus métodos y maneras. Pero, seamos sinceros, ¿no habría otra manera de hacer las cosas, garrapatas de por medio o no, en vez de hacer que le encuentren a uno con la cabeza entre las piernas de una adolescente? La habría, por supuesto, pero entonces ‘House’ pasaría a ser ‘Urgencias’ o ‘Anatomía de Grey’, y eso no es lo que aquí se busca.
‘House’ ha encontrado la fórmula perfecta del borde televisivo, uno que parece divertirse a costa del paciente más grave (como ayer, cuando se refería a su paciente como “adolescente moribunda” con toda tranquilidad), que ataca a los familiares más desolados y que se mete con sus compañeros para dejarlos a la altura del barro si está por la labor. Y es la fórmula perfecta porque puede hacer todo eso y más y, encima, ganarse el aprecio del público. Que de paso se gane el odio de otra buena parte de la audiencia es solo parte del proceso. Algo queda claro: el doctor House a nadie le deja indiferente.
Como serie, además de contar con el triunfo de haber creado un personaje tan singular, a ‘House’ la calidad no le falta. A pesar de tener los escenarios bastante limitados en principio, tanto el guión como la dirección aprovechan lo que tienen para sacarle el máximo partido. Ayer fue un ascensor el que fue testigo de la escena de mayor tensión, mañana quién sabe.
El reparto tiene en la piel del polémico doctor a un espléndido Hugh Laurie (ganador de un Globo de Oro e injustamente olvidado en la última edición de los Emmy), un actor al que el papel de borde ya le funcionó a las mil maravillas en su breve rol de ‘Sentido y sensibilidad’ (Ang Lee, 1995). Lo secundan muy correctamente un grupo de actores con bastante frescura, entre los que destaca Lisa Edelstein, con la que Laurie tiene una química estupenda.
Sin duda Cuatro, que emite la serie todos los martes en su prime time, ha encontrado una mina de oro en ‘House’, una serie que ha logrado rondar en ocasiones el 20% de share en un canal cuya media mensual de audiencia es próxima al 7%. Está de moda, y hay que admitir una vez más que se lo ha ganado. Pocas series se atreven a sumar un personaje como este doctor a su galería, un hombre capaz de ser odioso y gustar por ello. Aunque no en todos tenga el señor en cuestión el mismo efecto...
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