¿Puede una película contar la historia de un hombre que no parece tener otra cosa en mente que quitarse la vida y transmitir un sentimiento de optimismo al espectador? ‘Wilbur se quiere suicidar’ ('Wilbur Wants to Kill Himself'), que se emitió el viernes y se emite de nuevo el día 18 a las 17:00 en TCM, se las ingenia para narrar el día a día de un hombre sin ganas de vivir de una manera bonita, por extraño que parezca.
Wilbur (Jamie Sives) ha intentado suicidarse las suficientes veces como para que su hermano Harbour (Adrian Rawlins) esté en constante alerta. Antes incluso de la aparición de los créditos del filme, el protagonista ya ha tratado de quitarse la vida a base de gas y pastillas. Las terapias de grupo, a pesar de ser verdaderamente divertidas de ver, no ayudan al chico: “Wilbur, ¿qué creerías que pasaría, en general, en el plano sociológico, si todos nos suicidasemos?” pregunta una rubísima enfermera en un pobre intento de hacer reflexionar al protagonista, a lo que éste responde “ya no habría grupo”.
Todo en la vida parece importarle poco a Wilbur, y a todo responde con el mismo sarcasmo, con un aire de aburrimiento y desesperanza que, lejos de imprimir un tono deprimente a la película, le suma grandes dosis de humor negro al conjunto. Wilbur trata a ese santo que tiene por hermano con la misma indiferencia con la que le informa a su compañera de trabajo que “cuando te agachas la gente te ve las bragas”. El hecho de que sea en una guardería donde trabaja no es sino otro punto de malicioso sarcasmo en esta estupenda película. Wilbur no es el profesor del año, ignora a los niños y no se molesta en esconder que le sacan de quicio, pero los niños lo adoran, como el espectador de la película, que se encariña con ese singular protagonista por más “chalado” que esté.
Alice (Shirley Henderson) y su hija Mary (Lisa McKinlay) vienen a cambiar la vida de Wilbur y Harbour de arriba a abajo, y es entonces cuando el protagonista emprende el camino de vuelta a la vida, encontrándole su sentido y llegando a convertirse en el que se tira al río para salvar a una antigua compañera de la terapia de grupo. Aunque no todo tiene un final feliz...
Dirigida con delicadeza por el cineasta danés Lone Scherfig (autor de ‘Italiano para principiantes’ y al que también pertenece el guión en colaboración con Anders Thomas Jensen), ‘Wilbur se quiere suicidar’ tiene un ritmo pausado pero no aburre en ningún momento. Scherfig logra contar la historia con sensibilidad y un toque relajante, tratando temas duros pero haciéndolos siempre soportables. Los actores le ayudan enormemente en esta labor, con un estupendo Jamie Sives interpretando a Wilbur con esa mirada entre triste y aburrida que lo convierte en un ser melancólico o divertido con la misma facilidad. Sives consiguió en 2003 un merecido premio al mejor actor en el Festival de Cine de Valladolid. También Adrian Rawlins (visto en ‘Rompiendo las olas’ y la saga de ‘Harry Potter’) y Shirley Henderson (‘Wonderland’, ‘El diario de Britget Jones’) resultan entrañables en su cometido.
Quizás al filme de Scherfig le sobre algún minuto y también puede que se vuelva demasiado blando hacia el tramo final, pero el tono esperanzador del conjunto resulta toda una recompensa para el espectador. ‘Wilbur se quiere suicidar’ es una película preciosa.
Wilbur (Jamie Sives) ha intentado suicidarse las suficientes veces como para que su hermano Harbour (Adrian Rawlins) esté en constante alerta. Antes incluso de la aparición de los créditos del filme, el protagonista ya ha tratado de quitarse la vida a base de gas y pastillas. Las terapias de grupo, a pesar de ser verdaderamente divertidas de ver, no ayudan al chico: “Wilbur, ¿qué creerías que pasaría, en general, en el plano sociológico, si todos nos suicidasemos?” pregunta una rubísima enfermera en un pobre intento de hacer reflexionar al protagonista, a lo que éste responde “ya no habría grupo”.
Todo en la vida parece importarle poco a Wilbur, y a todo responde con el mismo sarcasmo, con un aire de aburrimiento y desesperanza que, lejos de imprimir un tono deprimente a la película, le suma grandes dosis de humor negro al conjunto. Wilbur trata a ese santo que tiene por hermano con la misma indiferencia con la que le informa a su compañera de trabajo que “cuando te agachas la gente te ve las bragas”. El hecho de que sea en una guardería donde trabaja no es sino otro punto de malicioso sarcasmo en esta estupenda película. Wilbur no es el profesor del año, ignora a los niños y no se molesta en esconder que le sacan de quicio, pero los niños lo adoran, como el espectador de la película, que se encariña con ese singular protagonista por más “chalado” que esté.
Alice (Shirley Henderson) y su hija Mary (Lisa McKinlay) vienen a cambiar la vida de Wilbur y Harbour de arriba a abajo, y es entonces cuando el protagonista emprende el camino de vuelta a la vida, encontrándole su sentido y llegando a convertirse en el que se tira al río para salvar a una antigua compañera de la terapia de grupo. Aunque no todo tiene un final feliz...
Dirigida con delicadeza por el cineasta danés Lone Scherfig (autor de ‘Italiano para principiantes’ y al que también pertenece el guión en colaboración con Anders Thomas Jensen), ‘Wilbur se quiere suicidar’ tiene un ritmo pausado pero no aburre en ningún momento. Scherfig logra contar la historia con sensibilidad y un toque relajante, tratando temas duros pero haciéndolos siempre soportables. Los actores le ayudan enormemente en esta labor, con un estupendo Jamie Sives interpretando a Wilbur con esa mirada entre triste y aburrida que lo convierte en un ser melancólico o divertido con la misma facilidad. Sives consiguió en 2003 un merecido premio al mejor actor en el Festival de Cine de Valladolid. También Adrian Rawlins (visto en ‘Rompiendo las olas’ y la saga de ‘Harry Potter’) y Shirley Henderson (‘Wonderland’, ‘El diario de Britget Jones’) resultan entrañables en su cometido.
Quizás al filme de Scherfig le sobre algún minuto y también puede que se vuelva demasiado blando hacia el tramo final, pero el tono esperanzador del conjunto resulta toda una recompensa para el espectador. ‘Wilbur se quiere suicidar’ es una película preciosa.
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