lunes, 12 de marzo de 2007

Crítica | MANOLO & BENITO CORPOREISION; Los Serrano de la construcción

‘Manolo & Benito Corporeision’ es abreviada en sus créditos de inicio como ‘M&B’ para darle un toque más moderno y quién sabe si futurista. Aunque, puestos a indagar en las mentes pensantes de este engendro, lo que no se sabe es si realmente se habrán parado a pensar el por qué de esa abreviatura, de ese título o de cualquiera de las imbecilidades que forman esta nueva versión de ‘Manos a la obra’. La serie de Antena 3, que emite esta noche un nuevo episodio, es tan mala o más que la original y está enzarzada con ‘Los hombres de Paco’ y con la última temporada de ‘Los Serrano’ en una reñida lucha por apuntarse el dudoso mérito de ser lo peor que ha asomado en nuestras pantallas en los últimos años.
Carmen Rossi y Amparo Pacheco en 'Manolo & Benito Corporeision'
Al ver la serie protagonizada por Ángel de Andrés y Carlos Iglesias le recorre a uno esa incómoda sensación de estar perdiendo el tiempo de la peor manera posible. “¿Va a pasar algo aquí?”, podríamos preguntar. Aunque cuidado, la respuesta sería que sí.

En el episodio de la semana pasada (‘Un alcalde en la corrala’), sin ir más lejos, pasaron un montón de cosas. Milagros (interpretada por Loles León, que últimamente parece quedar encasillada de forma sistemática en papeles de gritona insoportable, si no véase también ‘Fuera de control’) estaba de baja y venía a sustituirla otra arpía de nombre Marina (Luisa Martín). La cortante nueva jefa le hacía la vida imposible a Lola (Carolina Cerezuela, aún menos divertida que en ‘Camera café’) por haber enamorado a un alcalde (Carlos Larrañaga) al que ella misma le había echado el ojo. Por su lado, los dos protagonistas seguían con sus aburridas chapucillas de casa en casa, de despropósito en despropósito.

Pues eso, un montón de cosas. Pero vaya unas cosas...

Todo cuanto hace el guión es limitarse a preparar nuevas y clónicas ocasiones para que los personajes de Ángel de Andrés y Carlos Iglesias hagan el ridículo. Abandonados a su suerte por unos argumentos repetitivos y de completa falta de rigor, ambos actores se ven soltando las mismas estupideces episodio tras episodio, haciendo una oda a la ignorancia pero careciendo del barriobajero encanto que tenían los diálogos de ‘Aída’ en anteriores temporadas y de la agilidad que presentan los de la estadounidense ‘Me llamo Earl’. En ‘M&B’ todo es humor facilón, bruto y de mal gusto. Todo sin llegar a ese punto en el que la ordinariez tiene gracia por ser exagerada en su justa medida.

Los personajes de la serie no interesan. No funcionan los veteranos ni tampoco las nuevas incorporaciones, como ocurre con Serguei, el personaje del trabajador ucraniano que le ha tocado a Bruno Squarcia, quizás fruto de un intento de los guionistas por ser algo coherentes con la realidad social de la España de hoy. Por de pronto, sin dar con el humor que hubiese hecho de la ocurrencia un chiste, el personaje de Iglesias ha rebautizado al extranjero como “gay”: “eh, tú, gay...”, “el gay piensa lo mismo pero es que no lo dice” y demás. Y se supone que es uno de los golpes más logrados.

De todos modos una cosa hay que dejarla bien clara: los intérpretes no tienen la culpa del bajo rendimiento que acusan en esta ocasión. Podría ser que dos buenos actores como Iglesias y de Andrés hiciesen un mal trabajo (¿qué actor no ha fallado alguna vez en su carrera?), pero cuando prácticamente nadie es capaz de salvar los muebles el panorama se vuelve algo sospechoso. Se vuelve en contra de los guionistas, creadores y directores de turno.

Una desaprovechada Terele Pávez y un Carlos Larrañaga que, tras su inquietante interpretación en el telefilme ‘Flores muertas’, volvía a su eterno y cansino papel de galán (aunque fuese uno de la variante corrupta). Una cantante (Malú) que se limitaba a soltar sus frases sin equivocarse (o eso suponemos, aunque de haber soltado alguna idiotez que no estuviese en el guión hubiese quedado camuflada entre tantas otras) y una Luisa Martín que, lamentablemente, regresaba a la comedia de baratillo (en la línea de ‘La sopa boba’) después de su impecable interpretación en ‘Hospital Central’. Sólo una adorable Carmen Rossi le proporcionaba a la serie algún (fugaz) momentito.

En ‘M&B’ lo mejor que puede sentir el espectador es la sensación de que algo va a hacer que las cosas cambien y que nos arranquen una sonrisa. Es ese “ahora viene, ahora, ya verás...” que se dice uno a sí mismo. Pero los minutos pasan sin que nadie suelte una sola frase con gracia, y es por eso que la impresión de pérdida de tiempo es tan aguda. Insoportable.

Es como estar en un sitio y querer estar en cualquier otro porque imaginas que no podrá ser mucho peor. Cambias de canal y descubres que estás en lo cierto. Y vaya si lo estás. Cada lunes a las 22:00 emiten ‘CSI Las Vegas’ al tiempo que despachan un nuevo capítulo de esta necia producción española. Ni el bueno de Grissom se atrevería a hincarle el bisturí (o cualquiera del resto de sus utensilios) a ‘Manolo & Benito Corporeision’. Huele demasiado mal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en que los guiones eran malos, pero no digas que su predecesora, Manos a la obra, era una serie mala, porque los datos de audiencia que tenía no te dan la razón.
Saludos

Miguel Crespo dijo...

No creo que se pueda medir la calidad de una serie por su audiencia. 'Ana y los siete', por ejemplo, tenía unas audiencias altísimas y no por ello dejaba de ser sonrojante.