“Soy conservadora: dura contra el crimen, fuerte en defensa, el país es lo primero, anticuada y agresiva”. Así se definía Kitty (Calista Flockhart, ‘Ally McBeal’), la protagonista de ‘Cinco hermanos’ ('Brothers & Sisters'), en el primer episodio de esta nueva serie que emite Fox todos los jueves a las 22:15 desde la pasada semana. Descubrir que la protagonista de esta aclamada serie es tan abiertamente conservadora resulta un pequeño shock, pero merece la pena darle una oportunidad y ver lo que la rodea en esta prometedora apuesta.
Sally Field en 'Cinco hermanos' (2006-)
¿Alguien imagina a la protagonista de una serie española (esa en la que cae la mayor parte del peso de la trama, esa a la que suponemos portadora de la famosa carga que conlleva el lograr la simpatía del espectador) definiéndose a sí misma como “de derechas”, votante confesa del PP? Sería una muestra de valentía por parte de los guionistas, pero de eso no tienen los escritores televisivos de nuestras fronteras.
En el caso de ‘Cinco hermanos’, que nos llega precedida de un éxito importante en la televisión estadounidense, ocurre algo parecido. Quizás en Norteamérica sea algo menos tabú el hablar de política fuera del horario de informativos, pero eso no quita para que plantar a un conservador como epicentro de una ficción que se supone aspira a recibir premios de peso sea un movimiento de ficha bastante arriesgado. Y es que en EEUU los guionistas tienen que tener en cuenta que no sólo se la juegan frente a la audiencia, pues también hay algo llamado Academia de las artes y las ciencias de la televisión que puede tener mucho que decir a la hora de dar por buena (o no) una nueva serie, es decir, darle (o no) su respaldo.
En Estados Unidos los premios que otorga la mencionada Academia –los Emmy– son unos premios muy gordos, unos premios pero que muy, muy gordos. Para ilustrar su poder me valdré de un ejemplo: ‘Arrested development’, la magnífica serie protagonizada por Jason Bateman y Jessica Walter en la Fox estadounidense, duró nada menos que tres temporadas con audiencias que podríamos calificar (para que nos entendamos) de gemelas a las que cosechaba en España ‘Vientos de agua’ en Telecinco. Tuvo mucho que ver en este hecho el que ganase el Emmy a la mejor serie por su primera temporada. ¿Alguien se imagina que cosechar un ATV arriba o abajo pudiese devolver la serie de Juan José Campanella a la parrilla de Telecinco? Pues no se lo imagina ni el aldeano más inocente del pueblo, por así decirlo.
¿Que a qué viene esto? Aunque los Emmy a mejor serie los voten (en su mayoría) unos solemnes ancianos (como ocurre en los Oscar, algo que provoca situaciones inconcebibles como que la mojigatería coloque a la facilona ‘Todo el mundo quiere a Raymond’ por delante de la estupenda y punzante primera temporada de ‘Mujeres desesperadas’ en el palmarés) las categoría a mejores intérpretes los votan los propios actores y es bastante aventurado pensar que el Hollywood progresista vaya a dar por buena, de entrada, la decisión de colocar a la protagonista republicana de una serie entre las grandes triunfadoras del año.
Que sí, que sí, que es ficción y eso es un personaje, pero ahora que nadie venga con que un protagonista progresista no cae mejor que uno conservador en estos círculos. El primero tiene ya de entrada medio camino hecho a la hora de ganarse a los votantes.
Pues bien, visto el primer episodio de ‘Cinco hermanos’, no hay razón para que las protagonistas de esta serie no entren en el palmarés de la 59º edición de los Emmy. La serie creada por Jon Robin Baitz hace las cosas bien, pensando, como hay que hacerlas, y proporciona así a sus actores un material meditado y elaborado con el que no sólo se lucen, brillan.
Kitty es conservadora y, en efecto, protagonista, pero no una heroína. No se nos presenta como el modelo a seguir, y de hecho hay voces que se erigen en oposición para ella en su propio seno familiar (su madre Nora, interpretada por la doblemente oscarizada Sally Field, es el mejor ejemplo de este hecho). Además, las rencillas de la protagonista con su hermano gay (Matthew Rhys) demuestran que el hogar de los Walker distará mucho de ser un debate de una sola y dominante voz.
Política a un lado, ‘Cinco hermanos’ apunta a ser una de las propuestas más interesantes de la temporada televisiva. El primer episodio flaqueaba (si puede decirse de ese modo) por donde lo hacen todos los primeros episodios: demasiados personajes y tramas para ser presentados en una duración demasiado limitada. Así, el capítulo piloto se esforzaba en hacer que un esquema claro de la familia quedase en nuestra cabeza para poder tirar de él y desplegar los hilos argumentales de los que se servirá en las próximas semanas.
En ciertos casos sólo se podían adelantar posibles aspirantes a hilos argumentales –los problemas de Sarah (Rachel Griffiths, ‘A dos metros bajo tierra’) con su marido (John Pyper-Fergurson) y el agravante que (quizás) supone el tener a un antiguo amor como compañero de oficina, el dilema de Kitty de si aceptar un empleo que parece empezar a apasionarle o rechazarlo en favor de la proposición de matrimonio de su compañero, etc.–, pero todos los aspirantes parecían dar la talla más que de sobra para servir como tales.
En una de las escenas más emotivamente impactantes del piloto, Kitty y su madre se enzarzaban en una discusión en la que aclaraban el por qué de su mala relación (en una escena anterior habían escenificado con un falso abrazo el feliz reencuentro con el que el padre –interpretado por Tom Skerritt– soñaba), además del por qué del comportamiento del hermano pequeño del clan, Justin (Dave Annable): Kitty había empujado de algún modo a su hermano a participar en la guerra de Irak, tras la que éste había vuelto completamente descolocado (por decirlo suavemente), y Nora la culpaba de todas las desgracias y adicciones de su hijo, así como del peligro al que, según ella, Kitty le había expuesto por defender sus retrógradas ideas.
La discusión entre los personajes de Calista Flockhart y Sally Field, una disputa llena de rencor en la que ambas se echaban en cara sus errores de una forma que podríamos calificar de brutal, venía a demostrar lo equivocado que está aquel que generalice y considere a ‘Cinco hermanos’ una simple serie con protagonista “facha”. El retrato de esta familia adinerada californiana (o al menos el que nos ha adelantado este primer episodio) no es el más políticamente correcto ni el más cómodo a ojos del sector conservador del público. Es, sinceramente, el mejor retrato que cabía esperar.
Si los votantes de los Emmy no reparan en Flockhart y Field (sea cual sea el color que viste la protagonista), dos actrices en rotundo estado de gracia, es que están ciegos. Aquí hay dos claras aspirantes a mejor protagonista y mejor secundaria en serie dramática. El que piense que exagero aún no ha visto ‘Cinco hermanos’.
En el caso de ‘Cinco hermanos’, que nos llega precedida de un éxito importante en la televisión estadounidense, ocurre algo parecido. Quizás en Norteamérica sea algo menos tabú el hablar de política fuera del horario de informativos, pero eso no quita para que plantar a un conservador como epicentro de una ficción que se supone aspira a recibir premios de peso sea un movimiento de ficha bastante arriesgado. Y es que en EEUU los guionistas tienen que tener en cuenta que no sólo se la juegan frente a la audiencia, pues también hay algo llamado Academia de las artes y las ciencias de la televisión que puede tener mucho que decir a la hora de dar por buena (o no) una nueva serie, es decir, darle (o no) su respaldo.
En Estados Unidos los premios que otorga la mencionada Academia –los Emmy– son unos premios muy gordos, unos premios pero que muy, muy gordos. Para ilustrar su poder me valdré de un ejemplo: ‘Arrested development’, la magnífica serie protagonizada por Jason Bateman y Jessica Walter en la Fox estadounidense, duró nada menos que tres temporadas con audiencias que podríamos calificar (para que nos entendamos) de gemelas a las que cosechaba en España ‘Vientos de agua’ en Telecinco. Tuvo mucho que ver en este hecho el que ganase el Emmy a la mejor serie por su primera temporada. ¿Alguien se imagina que cosechar un ATV arriba o abajo pudiese devolver la serie de Juan José Campanella a la parrilla de Telecinco? Pues no se lo imagina ni el aldeano más inocente del pueblo, por así decirlo.
¿Que a qué viene esto? Aunque los Emmy a mejor serie los voten (en su mayoría) unos solemnes ancianos (como ocurre en los Oscar, algo que provoca situaciones inconcebibles como que la mojigatería coloque a la facilona ‘Todo el mundo quiere a Raymond’ por delante de la estupenda y punzante primera temporada de ‘Mujeres desesperadas’ en el palmarés) las categoría a mejores intérpretes los votan los propios actores y es bastante aventurado pensar que el Hollywood progresista vaya a dar por buena, de entrada, la decisión de colocar a la protagonista republicana de una serie entre las grandes triunfadoras del año.
Que sí, que sí, que es ficción y eso es un personaje, pero ahora que nadie venga con que un protagonista progresista no cae mejor que uno conservador en estos círculos. El primero tiene ya de entrada medio camino hecho a la hora de ganarse a los votantes.
Pues bien, visto el primer episodio de ‘Cinco hermanos’, no hay razón para que las protagonistas de esta serie no entren en el palmarés de la 59º edición de los Emmy. La serie creada por Jon Robin Baitz hace las cosas bien, pensando, como hay que hacerlas, y proporciona así a sus actores un material meditado y elaborado con el que no sólo se lucen, brillan.
Kitty es conservadora y, en efecto, protagonista, pero no una heroína. No se nos presenta como el modelo a seguir, y de hecho hay voces que se erigen en oposición para ella en su propio seno familiar (su madre Nora, interpretada por la doblemente oscarizada Sally Field, es el mejor ejemplo de este hecho). Además, las rencillas de la protagonista con su hermano gay (Matthew Rhys) demuestran que el hogar de los Walker distará mucho de ser un debate de una sola y dominante voz.
Política a un lado, ‘Cinco hermanos’ apunta a ser una de las propuestas más interesantes de la temporada televisiva. El primer episodio flaqueaba (si puede decirse de ese modo) por donde lo hacen todos los primeros episodios: demasiados personajes y tramas para ser presentados en una duración demasiado limitada. Así, el capítulo piloto se esforzaba en hacer que un esquema claro de la familia quedase en nuestra cabeza para poder tirar de él y desplegar los hilos argumentales de los que se servirá en las próximas semanas.
En ciertos casos sólo se podían adelantar posibles aspirantes a hilos argumentales –los problemas de Sarah (Rachel Griffiths, ‘A dos metros bajo tierra’) con su marido (John Pyper-Fergurson) y el agravante que (quizás) supone el tener a un antiguo amor como compañero de oficina, el dilema de Kitty de si aceptar un empleo que parece empezar a apasionarle o rechazarlo en favor de la proposición de matrimonio de su compañero, etc.–, pero todos los aspirantes parecían dar la talla más que de sobra para servir como tales.
En una de las escenas más emotivamente impactantes del piloto, Kitty y su madre se enzarzaban en una discusión en la que aclaraban el por qué de su mala relación (en una escena anterior habían escenificado con un falso abrazo el feliz reencuentro con el que el padre –interpretado por Tom Skerritt– soñaba), además del por qué del comportamiento del hermano pequeño del clan, Justin (Dave Annable): Kitty había empujado de algún modo a su hermano a participar en la guerra de Irak, tras la que éste había vuelto completamente descolocado (por decirlo suavemente), y Nora la culpaba de todas las desgracias y adicciones de su hijo, así como del peligro al que, según ella, Kitty le había expuesto por defender sus retrógradas ideas.
La discusión entre los personajes de Calista Flockhart y Sally Field, una disputa llena de rencor en la que ambas se echaban en cara sus errores de una forma que podríamos calificar de brutal, venía a demostrar lo equivocado que está aquel que generalice y considere a ‘Cinco hermanos’ una simple serie con protagonista “facha”. El retrato de esta familia adinerada californiana (o al menos el que nos ha adelantado este primer episodio) no es el más políticamente correcto ni el más cómodo a ojos del sector conservador del público. Es, sinceramente, el mejor retrato que cabía esperar.
Si los votantes de los Emmy no reparan en Flockhart y Field (sea cual sea el color que viste la protagonista), dos actrices en rotundo estado de gracia, es que están ciegos. Aquí hay dos claras aspirantes a mejor protagonista y mejor secundaria en serie dramática. El que piense que exagero aún no ha visto ‘Cinco hermanos’.
Foto2: Calista Flockhart en ‘Cinco hermanos’
1 comentario:
Por favor, haz una critica de "el sindrome de ulises". me interesa conocer tu opinión, con la que habitualmente estoy muy de acuerdo.
Los capítulos 1 y 2 se pueden ver en la web de antena 3 tv.
Muchas gracias y muy amable
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