viernes, 22 de diciembre de 2006

Crítica | LEÓN Y OLVIDO; Piezas de una existencia difícil

Hay películas que merecen una especial atención aunque sólo sea por tratar temas delicados y muchas veces apartados. ‘León y olvido’, que se emitió el martes en el programa ‘Versión española’ (La 2), es una película bella y dura a la vez. Trata el tema de las discapacidades y lo hace desde un punto de visto inmensamente más realista que otras películas tan conocidas como ‘Forrest Gump’ (Robert Zemeckis, 1994) o ‘Aprendiendo a vivir’ (Garry Marshall, 1999).
Guillem Jiménez y Marta Larralde
en 'León y Olvido' (Xabier Bermúdez, 2004)

La película de Xabier Bermúdez (guionista de ‘Los pasos perdidos’) no recurre al cuento o la sensiblería como han hecho tantas y tantas veces otros filmes sobre personas con minusvalías psíquicas. En ‘León y olvido’ el propio protagonista es un joven con síndrome de Down (el estupendo Guillem Jiménez) y el tema es tratado de forma muy directa, por lo que a veces la película se hace incómoda o dolorosa de ver según la escena y la situación que se plasma en ella.

El filme de Bermúdez nos hace testigos de la complicada relación entre una chica llamada Olvido (Marta Larralde) y su hermano León (Jiménez), del que ella tiene que ocuparse sin la ayuda de nadie y con un sueldo insuficiente. Sin ningún pariente cercano que se haga cargo del cuidado del chaval, Olvido ha visto cómo varios centros se negaban a acoger a su hermano obligándola a enfrentarse sola a la carga que le supone vigilarlo. Tan sólo las horas que pasa en un centro de enseñanza especial apartan a León de su hermana, cuyo novio Iván (Mighello Blanco) tampoco parece dispuesto a prestar una verdadera ayuda. Así las cosas, Olvido no puede evitar ser cruel y hasta despiadada hacia León: “¿te acuerdas cuando decías que te ibas a poner a trabajar y que te ibas a comprar un coche? ¿No te das cuenta de que nunca vas a hacer ni una cosa ni la otra? ¿No te das cuenta por qué?”, “nadie va a querer cargar contigo”...

‘León y olvido’ tiene el acierto de no juzgar a sus protagonistas, por más que el comportamiento de los mismos sea en ocasiones terrible. La película va llevando a los personajes a un callejón sin salida donde están solos y desamparados, y narra las reacciones de los mismos a su desgracia de una forma neutral. No hace dramas de pañuelo ni mira a Olvido bajo una lupa “oscurecedora”, ni siquiera cuando ésta lleva a cabo uno de los muchos “atentados” contra su hermano (los abandonos, el momento en el que le pide a León que coja la flor que hay en el borde del acantilado...).

Lo malo de la película es que la vida de los protagonistas parece estar contada a trompicones. Da la impresión de que los acontecimientos que vemos son historias cortas que están pegadas la una a la otra, y en ocasiones parecen incluso situaciones inconexas que nos son mostradas una detrás de la otra como resultado de una selección previa de lo mejor (o, muchas veces, lo peor) de los protagonistas. La película no tiene un verdadero ritmo en algunos tramos y es por eso que toma la apariencia de zapping televisivo.

Tampoco logra ayudar del todo al relato la parte en la que Olvido encuentra un puesto de trabajo en la tienda de Damían (Gary Piquer, ‘El último viaje de Robert Rylands’), un desagradable vendedor que no es sino otra más de las muchas caras que ignoran las dificultades a las que deben enfrentarse esos hermanos. Este punto ya estaba lo bastante claro con las breves (pero suficientes) intervenciones de esos guardias civiles, psicólogos y médicos que le niegan la ayuda a Olvido, incluso cuando les queda claro a todos ellos que ésta maltrata a León, un chico que quiere a su hermana por encima de todas las cosas y que se siente curiosamente responsable de ella (“tengo que ayudar a mi hermana”).

A pesar de todo, ‘León y olvido’ es, en su conjunto, una película sensible e interesante, que no tiene miedo de presentar hechos que pueden resultar desagradables o incómodos y que nos pone cara a cara con algunos de nuestros prejuicios más escondidos.

La presencia de Guillem Jiménez influye enormemente en la capacidad que tiene la película para hacer de ese cara a cara algo tan real, directo y humano, pero también su compañera tiene mucho que ver en ello. Marta Larralde es una actriz que nunca parece lo suficientemente relajada como para sonar enfadada, desolada o feliz de verdad, y por eso su risa y su llanto suelen ser de lo más falsos. Pero hay que admitir que en esta ocasión la intérprete gallega ofreció una interpretación muy conseguida y además en un papel que en absoluto era sencillo. Larralde transmite a la perfección la frialdad y amor de Olvido hacia León, llegando a ser brusca y desagradable pero haciendo comprensible el personaje de cara al espectador.

‘León y Olvido’, que recibió en su día premios para su director y su protagonista femenina en los festivales de Ourense, Toulouse Cinespaña y Karlovy Vary, se emite de nuevo el miércoles 27 en cinemanía 2 a las 10:25.

1 comentario:

Anónimo dijo...

discapacidad????...minusvalia????...replanteese estos terminos..investigue..