sábado, 29 de marzo de 2008

Crítica | SAMANTHA, ¿QUÉ?; Despierta del coma y no es la chica de ayer...

Una mujer despierta del coma y no recuerda quién es. Debe empezar a descubrirse a sí misma y tratar de cambiar a la mujer que cayó en coma sin ser realmente querida por nadie. Suena a drama, pero es una comedia. Y de hecho es, por ahora, una bastante prometedora: “Samantha, ¿qué?” (“Samantha, Who?”), la nueva serie de TNT.
Christina Applegate y Jean Smart
en "Samantha, ¿qué?"

La televisión se ha vuelto muy sofisticada en la última década y ahora hasta la comedia aparentemente más sencilla recibe una puesta en escena más cuidada, con más escenarios, más movimiento, un ir y venir más frenético de los personajes...

Las comedias de 30 minutos ya no son exactamente las sitcom que eran en los tiempos de “Cheers” o “Friends”, y eso lo demuestra bien “Samantha, ¿qué?”. Pero esto no quiere decir que el guión deje de estar en el punto de mira y es cierto que esta nueva serie (creada por Donald Todd y la novelista Cecelia Ahern) no cuenta con diálogos más ingeniosos que sus predecesoras ni un reparto con más chispa. Pero también es cierto que aspira (con el pie puesto en el buen camino) a intentar convertirse en un buen y ácido entretenimiento.

La excusa argumental para traer el caos a la vida de los protagonistas es perfectamente válida: la joven (Christina Applegate) que despierta del coma con amnesia retrógrada (conocimientos generales sí, recuerdos personales no) y se va dando cuenta de que su anterior yo no era demasiado agradable ni querido. Es un arranque que permite a los guionistas tocar cualquier aspecto de la vida de la protagonista. A partir de ahí, eso sí, toca agudizar el ingenio.

En los dos primeros episodios ha habido más buenos que malos momentos, pero todavía es pronto para ver cómo evolucionará el producto. Entre los buenos momentos se cuentan, por de pronto, todos aquellos que unen a Applegate y a su madre en la ficción, una genial Jean Smart (Martha Logan en “24”).

Entre los malos momentos no podemos dejar de apuntar la escena en Alcohólicos Anónimos del episodio piloto. No tardaba en írsele de las manos a Christina Applegate y es más grave de lo que podría parecer teniendo en cuenta que más adelante, cuando la actriz esté definitivamente metida en su papel, será más difícil andar puliendo excesos y moldeando a un personaje que ya se habrá perfilado como alguien mucho más histriónico de lo que el guión pretendía.

No quiere decir que Applegate sea una mala actriz, pero tiene que controlarse o dejar que la guíen. Buenas y hasta grandes actrices necesitan que las guíen para evitar sobreactuar y no se cae el mundo. Dos buenos ejemplos de ello son Teri Hatcher, en su registro cómico, o incluso la doblemente oscarizada Sally Field, en su registro dramático, por poner a dos intérpretes actualmente televisivas como ejemplos.

Momentos excesivos al margen, Applegate, a pesar de no tener una vis cómica insuperable, se las apaña bastante bien. Le da a su personaje ese toque de pulpo en el garaje que le hacía falta y el constante salto de Samantha del ataque de pánico a la decepción por sus errores pasados está bien escenificado.

Y esa madre de espanto, hortera y ensimismada, a la que da vida Jean Smart tiene algunos de los momentos más disparatados que nos regala la serie. Por eso fue una buena jugada la de cederle el primer golpe cómico del episodio piloto, donde su personaje, cámara en mano, se “lamentaba” del estado comatoso de su hija: “Atropellada por un desalmado, conectada a máquinas como si fuese un experimento del colegio, en un coma del que tal vez no se despierte. ¿A quién acude una madre en busca de consuelo y respuestas?”. Entonces se enfocaba a sí misma y... “a vosotros, claro, a la gente de ‘Cambio radical’”.

Y ahí es cuando Samantha despertaba y la serie empezaba un camino que se podrá seguir los martes a las 23:15 en TNT.

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