Franklin Delano Roosevelt fue presidente de Estados Unidos entre 1932 y 1945, el único hombre en la historia de ese país en haber conseguido vencer en cuatro elecciones presidenciales. Pero “Warm Springs” no narra esa época de su vida. La decisión de limitarse a sus vivencias desde el ataque de poliomielitis que sufrió en 1921 hasta justo antes de su renacimiento en la política podría haber provocado discusión de no ser por el impecable resultado final de la producción.
Cynthia Nixon y Jane Alexander
en "Warm Springs" (Joseph Sargent, 2005)
Estrenado en España por Canal+, este telefilme de HBO pertenece a esa variante del biopic que toma la vida de una figura de renombre como punto de partida para, después, eliminar de la narración los acontecimientos que hicieron realmente célebre al personaje y centrarse en facetas en apariencia secundarias que resultan más universales.en "Warm Springs" (Joseph Sargent, 2005)
Es una forma de unir a defensores (o seguidores) y detractores de esa figura pública y mostrarles su cara más cercana haciéndoles testigos de episodios cotidianos de su vida. Así, Richard Eyre convirtió a una Iris Murdoch ya enferma de Alzheimer en protagonista de “Iris” y Michael Apted centró su irregular “Agatha” en la exposición de una teoría que explicaba la desaparición real de Agatha Christie en 1926.
El guión de Margaret Nagle para “Warm Springs” es la clase de texto que no por contar la vida de un político sucumbe a la tentación de caer en aspectos polémicos de su existencia o en un homenaje propagandístico. Es cierto que Nagle no puede evitar que la balanza se haga presente en el telefilme y que esa balanza se ponga del lado del ex presidente (aunque no tenía por qué, si no ahí está la miniserie “The Reagans” para constatarlo), pero el retrato es equilibrado y en buena parte del telefilme, por ejemplo, vemos a Roosevelt mantener posturas bastante intransigentes ante su enfermedad.
Kenneth Branagh tiene recursos de sobra para dar vida al personaje y lo demuestra en cada una de las etapas en las que lo interpreta. Primero, nos creemos al Roosevelt de Branagh cuando se nos presenta como el típico político con dos caras, hiperactivo e imparable en su escalada de peldaños en la política pero no muy modélico de puertas para adentro.
Nos lo creemos también cuando contrae la polio y se ve sumido en un infierno de incomprensión y rechazo que él mismo potencia. Y, lo que es más importante para “Warm Springs”, el actor norirlandés consigue que nos lo creamos dando vida al Roosevelt que, ya en el balneario, decide intentar salir adelante, en un camino que quizás debería haber sido descrito con más dureza.
Cynthia Nixon, por su parte, sale airosa del salto que suponía dejar a la Miranda de “Sexo en Nueva York” para ponerse en la piel de Eleanor, esposa del protagonista, una mujer que se ve obligada a mantener las apariencias fuera de su entorno en una época en la que las minusvalías eran vistas todavía como castigos divinos.
Kathy Bates, entrañable como pocas, interpreta a una entregada terapeuta y Jane Alexander (que interpretó el papel de Eleanor en dos telefilmes en los setenta) se pone en la piel de la madre del protagonista, que se nos presenta como una mujer en exceso controladora. El papel le valió un Emmy a esta última, lo que sorprende un poco siendo de los anteriores miembros del reparto la que menos oportunidades tiene para desarrollar su personaje, pero nunca están de más gestos como éste para talentos como ese.
En la dirección, Joseph Sargent, que dirigió “Tiburón 4, la venganza”, pero que se ha labrado una más que sólida carrera en la televisión (tiene ya 4 Emmys, y otro más por “Warm Springs” no hubiese desentonado en absoluto).
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