La coletilla de “para ser un telefilme no está tan mal” no vale aquí. Todos la hemos pronunciado alguna vez, pero yo intento luchar contra ella. Y es que lleva implícito el mensaje de que la televisión es un medio menor a la hora de crear ficción, cosa que no tiene por qué ser verdad. “Mrs. Harris”, por otro lado, es un producto HBO, y sabiendo lo que pueden llegar a darnos...
Annette Bening en "Mrs. Harris" (Phyllis Nagy, 2005) A la directora y guionista novel Phyllis Nagy le podían haber ido mal muchas cosas en su primera aventura televisiva. Es bien sabido que el ritmo de rodaje en este medio suele ser vertiginoso, además de las muchas presiones a las que se puede estar sometido al trabajar para un canal de peso. Pero lo cierto es que Nagy mantuvo las cosas bajo suficiente control, el correcto resultado técnico del telefilme así lo delata.
El estimable trabajo del plantel estelar no podríamos apuntárselo como mérito propio (aunque la dirección de actores jamás esté de sobra). No sabemos en qué lotería le tocaron Annette Bening, Ben Kingsley, Cloris Leachman y Frances Fisher para protagonizar su película, pero son sólo algunas de las caras conocidas que figuran en el reparto. Lo máximo que podría haberle preocupado a la directora era la poca familiaridad de los actores con el ritmo televisivo –Annette Bening, por ejemplo, no hacía un telefilme desde “Rehén” (Peter Levin, 1988)–, pero una vez más el (buen) resultado es el que es.
En efecto, dirección correcta, actores de categoría con buena predisposición, buena fotografía, vestuario cuidadosamente elegido, adecuados maquillaje y peluquería para una historia enmarcada en los 80... ¿Qué es entonces lo que convierte a “Mrs. Harris” en un producto menor y desaprovechado? El trabajo que llevaba la inexperimentada autora hecho desde casa: ese plano y poco inspirado guión.
Y no es que la historia sea una mina de oro, porque no nos engañemos, si el hecho real en que se basa “Mrs. Harris” fue sonado en su día se debió a que los protagonistas del mismo fueron unos famosos millonarios, pero se le podía haber sacado más partido. Sí, incluso en un telefilme.
La historia del asesinato del doctor Herman Tarnower (Ben Kingsley), creador de la dieta Scarsdale, a manos de la que había sido su compañera sentimental durante 14 años, Jean Harris (Annette Bening), da una pereza impresionante en este telefilme. “Mrs. Harris”, además, no se anda con medias tintas. No se deja espacio a demasiadas interpretaciones en la descripción del personaje de Jean, que en el guión de Phyllis Nagy está transparentemente desequilibrada, completamente ajena a ese mundo que sigue su curso a pesar de los amoríos de su infiel no-marido.
La base de la historia, la verdad de lo ocurrido, por más artimañas narrativas que se utilicen, queda clara desde bien pronto. Las escenas que la componen, por pretendidamente originales que fuesen, tampoco aumentan el interés, sólo alcanzan a sabotear el ritmo. Prueba de ello son las entrevistas a cámara o escenas como esa en la que el personaje de Kingsley atraviesa un vestuario y una fila de hombres se va volviendo hacia él para admirar su miembro con asombro. El resultado, en un drama como este, es de vergüenza ajena.
Pero si por algo se hizo famoso en España este telefilme, incluso antes de que Canal+ lo emitiera, fue por haberle reportado a Ellen Burstyn, actriz famosa por “El exorcista” y oscarizada por “Alicia ya no vive aquí”, una nominación al Emmy por menos de 15 segundos de interpretación.
Ni por presenciar esa proeza merece la pena “Mrs. Harris”. Pero bueno, alguna vez le tenía que salir algo mal a HBO, ¿no?
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