Parecen haberse puesto de moda, pero las aventuras y desventuras político-religioso-sexuales de Enrique VIII no son nuevas para los telespectadores. Es sin duda un plato apetecible para cualquier creador televisivo, porque tantas altas traiciones, bajas pasiones y cabezas rodando no se encuentran (o al menos no con ese lujo y esa clase) en todas las dinastías monárquicas.
Jonathan Rhys Meyers y Maria Doyle Kennedy en "Los Tudor" “Crees conocer la historia”, nos dice el Enrique VIII de Jonathan Rhys Meyers al comienzo de cada episodio. Y de hecho, la conocemos de sobra. La hemos visto en cine (“La vida privada de Enrique VIII”, por la que Charles Laughton se llevó el Oscar), la hemos visto centrada en algunos de sus personajes (“Ana de los mil días”, de Charles Jarrott), pero sobre todo la hemos visto en televisión (“Las seis esposas de Enrique VIII”, de la BBC, con Keith Michell, es una de las versiones más recordadas).
“Los Tudor” (“The Tudors”), cuya primera temporada se ha emitido en Canal+, es la que mejor ha sabido combinar y alterar los ingredientes (que ya de por sí son universales e imperecederos) para vendérselos al público de hoy. La serie tiene una estética y un protagonista lo suficientemente atrayentes como para poder llamarse moderna. Las dosis de sexo hacen el resto.
El problema (al menos en esta primera etapa) ha venido al intentar alargar los acontecimientos más de la cuenta. Nos han empezado a pasear por palacio más de la cuenta (lo de los últimos episodios iba más allá de la pura ambientación), nos han llamado a observar bailes y representaciones de la corte ya demasiadas veces y nos han mostrado los juegos de cama de Enrique y Ana Bolena hasta hacernos conocer su anatomía mejor que la nuestra propia.
Ni que no hubiese nada más que contar: otras cuatro esposas por delante, ruptura con la Iglesia Católica... Es algo que sabemos todos, de modo que no pueden ser tan ingenuos como para pensar que nos tienen en suspense.
A lo que aspiraba “Los Tudor” era a mostrar una visión más rompedora de lo habitual de la vida del mujeriego rey de Inglaterra. Nada nuevo (ni más preciso históricamente hablando, o si no, basta con ver esa disparatada –pero divertida– invención que es el personaje de Gabrielle Anwar), sólo diferente. De modo que, o están perdiendo el norte o nos hemos perdido nosotros.
¿Acaso no quieren dejar marchar a Ana Bolena? Su historia es interesante, sí, pero la interpretada por Natalie Dormer no pasará a la historia como una de las mejores precisamente. Ni es más guapa que cualquier otra actriz o extra que vemos en esa corte, ni más elegante, ni es lo bastante buena actriz como para cautivarnos sin tener nada nuevo que contar.
El resto del reparto, en cambio, sí que ha conseguido mantener el tipo y mantener de paso nuestro interés en la historia cuando los guiones comenzaban a desinflarse: Jonathan Rhys Meyers se amolda bien al Enrique apasionado, al temible y al inconformista, a pesar de que su imagen juvenil nos haga pensar en más de una ocasión que esa corte no es sino un grupo de fans siguiendo a su ídolo; Sam Neill está tan sólido como de costumbre, y Jeremy Northam cuida lo bastante a su Tomás Moro como para no dejarse arrastrar por ese retrato tan descafeinado de su personaje que recoge el guión.
Pero si alguien destaca en el reparto esa es la irlandesa Maria Doyle Kennedy. Lejanos ya los días en los que debutó en “Los Commitments” (Alan Parker, 1991), esta actriz y cantante se había dejado ver más en la televisión anglosajona últimamente. Que no es una intérprete que destaque por su expresividad ya lo había demostrado en la versión original de “Queer as Folk” y en miniseries menores como “Jueves 12, regreso al pasado”, pero en el papel de Catalina de Aragón, sabe transformar su aparente frialdad en elegancia, clase y dramática contención. Cada vez que entra en escena lo hace convertida en una verdadera reina.
La única pega se la encontramos al visionar “Los Tudor” en versión original. Ese acento suyo la delata (aunque intente claramente diferenciarlo del de los demás actores, lo que ya es un punto a su favor), aunque en España me atrevería a decir que el 90% de los telespectadores seguirán la serie doblada, y su dobladora no es otra que Mercedes Montalá, habitual de Annette Bening y Julia Roberts, nada menos.
En cualquier caso, en la segunda temporada, más vale que a los lujosos decorados, al cuidado vestuario y a los acertados intérpretes les acompañe un guión con las pilas bien cargadas.
6 comentarios:
Pues no se, no comparto tu opinión, aunque la respeto. Quizás si que el guión es del todo conocido, pero no podemos esperar originalidad de una historia que de hecho, es historia pura. No se puede esperar que ocurran hechos que sean incoherentes con la historia de Enrique VIII.
Y quizás Natalie Dormer no sea una actriz de renombre ni nada por el estilo, ni sea mas guapa que una extra, pero da un aire de frescura a la serie ya que hace ver que no se hace falta ser un bellezón para interpretar a una mujer, que según muchos historiadores, no era para nada un sex-symbol.
En cambio, estoy totalmente de acuerdo contigo cuando te refieres a Maria Doyle Kennedy. También la conocía de antes, pero desde luego, cada vez que entra en escena, maravilla. En mi opinión, está perfecta.
Y nada más, porque me sino, me lio a hablar y no paro jejeje.
Aún así, gracias por la crítica! jeje
Saludos!!
Ary
Gracias a ti por tu comentario.
Es verdad que no podemos esperar (en principio) hechos que no sean históricos y que por lo tanto nos sorprendan, pero yo creo que deberían centrarse menos en Ana Bolena y seguir adelante con la vida del rey, las demás esposas etc.
Saludos.
A mi me parece que la serie si de verdad quiere ceñirse a la historia falla ya desde el primer momento, es más, yo me he negado a ver un engendro donde Enrique VIII es interpretado por Jonathan Rhys Meyers, un actor que con todos mis respetos parece sacado de aquella serie de adolescentes pijos llamada Beverly Hills; de Enrique VIII tenemos numerosos retratos donde vemos que fue un hombre corpulento, pelirrojo, no excesivamente agraciado y que a medida que fue envejeciendo se convirtió en una persona obesa, todo lo contrario de la imagen de modelo de pasarela que nos ofrece esta serie que más bien parece dirigida a un público de adolescentes adictas a los culebrones.
A mi Ana Bolena si que me parece una mujer bastante guapa y que pega mucho con el actor Jonathan Rhys Meyers de pareja, esta pareja me encanta, son perfectos, tanto en la ficción como si en verdad fueran pareja, y cada uno hace muy bien su papel, Ana Bolena interpretada por Nataly Dormer le aporta mucho encanto a la serie ya solo con su presencia y lo mismo digo de Jonathan.
Bueno para comenzar tengo q aclararvq soy un basto conocedor de toda la historia referente a enrique viii y no es tanto x elvq me encanta la historia si no q enrique viii es el padre ee una de las mas imponentes, importante y mas grande reina q tuvo inglaterra Elizabeth I ... Debido a esto pudo ver mil veces todo lo q se refiere a la familia tudor... yo tengo la serie re los tudor cometa que la compre...hay q aclarar q esta serie la costeo HBO en conjunto con ShowTime y HBO es una cadena q hace programacion picante y joven x lo tanto en esta serie no podian poner al actor q hizo de enrique en la pelicula de las herbanas bolenas q de porcierto ese papel le quedo muy bien pero no es tan atractivo como jonathan meyers si te fijas la actriz q hace d ana bolena en esta serie es joven y de una forma u otra es atractiva... para mi la serie esta muy buena y es todo un orgullo para HBO a verla creado...Pero paea los q quieran ver algo menos juvenir les aconsejo ver a las hermanas bolenas la cual sale natalie portman como ana bolena y la bellla actriz scarlett johanson como su hermana... q de porcierto el papel le quedo brutar a las dos... pero esta no esta dirigida a ser un sexshow para los jovenes como es los tudor de HBO...
Una serie sin igual, la historia es la que me tiene atónita,no pensé que se tratara de algo tan fuerte la serie. Por desgracia no acabé de verla porque me puse a ver Game of Thrones 5, apenas voy en el capítulo cuatro y ruego que no acabe.
Publicar un comentario