Clara (Macarena Gómez, ‘El calentito’) y Mario (Adriá Collado, ‘Aquí no hay quien viva’) se enfrentan a la dura tarea de encontrar un piso en el que poder formar una familia (que ya está en camino) en condiciones. “140 metros, 3 dormitorios, 2 baños, muy luminoso, ¡oportunidad única! ... La tía de la agencia nos espera, nos ha prometido que somos los primeros en verlo”. Es lo que le dice el inocente Mario a su desganada pareja. “Esta vez tengo una corazonada”.
Clara no tendrá demasiadas oportunidades para echarle en cara su no muy brillante olfato, pero no sería para menos.
El piso al que se dirigen está en las afueras, en una zona “tranquila” según palabras de esa joya de marido (¿?) que está hecho Mario, pero deprimente para cualquier otra persona en sus cabales. “¿Tú te crees que esto es un barrio para vivir?”, pregunta Clara al ver el panorama a través de la ventanilla del coche: zona de polígonos industriales, parcelas en ruinas, coches abandonados y un tufillo a viejo y dejado que parece que llegamos a oler desde el otro lado de la pantalla. Por desgracia para la embarazada, para cuando suelta lo de “pero Mario, ¿tú has visto esto? Esto es una mierda”, la “tía de la agencia” (Nuria González, ‘Los Serrano’) ya está golpeando el cristal del automóvil para hacerles bajar y mostrarles esa “oportunidad única”.
La joven pareja comienza entonces a tener razones de más para asustarse. La propietaria del inmueble (un edificio inusualmente imponente para las afueras de una ciudad) habla de esa cosa destartalada y horrible como si fuese la ganga del siglo. Habla de unas ventajas que jamás se podrían soñar en un sitio así, de otros vecinos “enamorados” del lugar, de lo feliz que se puede ser en ese cuchitril... El asunto podría tomar forma de comedia, pero Balagueró y su co-guionista Alberto Marini miden el ritmo, la atmósfera y los diálogos con cinta métrica, y antes de que pueda aparecer una sonrisa en nuestros rostros, el personaje de Nuria González ya se ha delatado como una loca de campeonato: “bienvenidos a casa”, les propina a los tortolitos. ¿Pero no estaban simplemente echando una ojeada?
Cuando Clara explota ante los desvaríos de la mujer (“este piso es una mierda y no nos gusta”), se abre la caja de los truenos. A partir de ahí todo son terribles ataques (sobre todo hacia el personaje de Collado) y violencia a manta, pero mucho mejor utilizada y más de acuerdo con el contexto que en ‘La habitación del niño’ de Álex de la Iglesia.
Esta segunda entrega de ‘Películas para no dormir’, estrenada el día 19 de enero a las 22:45 en Telecinco, es todavía más entretenida que la primera, pero su verdadero logro reside en que supera las barreras del entretenimiento para llegar a ser escalofriante. Es un telefilme brutal con escenas turbadoras, como son el caso del episodio con la trituradora (aunque se vea venir es uno de los momentos más impactantes y espeluznantes que nos ha dejado nuestra televisión en años) o la del ascensor, capaz de destrozarle los nervios a cualquiera.
Es una pena que la duración sea tan corta (apenas 65 minutos, con lo que podría decirse que se trata de un “mediometraje para no dormir”), pero eso no impide a este Balagueró en estado de gracia crear una atmósfera malsana y asfixiante, que asusta y deprime a partes iguales.
No se le escapa nada al cineasta catalán. El autor de ‘Darkness’ y ‘Frágiles’ se las ingenia para acelerar el pulso del espectador, manteniéndolo en constante alerta hasta ese terrible final, que aunque no sea una sorpresa redonda puede presumir de dejar muy mal sabor de boca, lo que es un logro en este tipo de historias. Este retorcido y malvado desenlace sí recuerda (aunque con un sello personal, moderno y rompedor) a los finales de las ‘Historias para no dormir’ de Ibáñez-Serrador.
Balagueró también se las ingenia para sacar unas interpretaciones muy logradas a sus protagonistas. Macarena Gómez, pareja del director en la vida real, está estupenda en la piel de esa víctima desesperada (que no desvalida) y Nuria González, insuperable, construye una villana desequilibrada (con toques de perversa ironía) que ya se ha ganado un puesto de honor en la galería de las mejores malas de televisión. El pobre Adriá Collado, entre tan complicada competencia, se ve bastante eclipsado en ese papel de saco de boxeo al que todo el mundo vapulea.
Una pieza maestra de televisión la que nos deja Jaume Balagueró. Esperamos su vuelta a este medio, y esperamos la vuelta de ‘Películas para no dormir’.
Clara no tendrá demasiadas oportunidades para echarle en cara su no muy brillante olfato, pero no sería para menos.
El piso al que se dirigen está en las afueras, en una zona “tranquila” según palabras de esa joya de marido (¿?) que está hecho Mario, pero deprimente para cualquier otra persona en sus cabales. “¿Tú te crees que esto es un barrio para vivir?”, pregunta Clara al ver el panorama a través de la ventanilla del coche: zona de polígonos industriales, parcelas en ruinas, coches abandonados y un tufillo a viejo y dejado que parece que llegamos a oler desde el otro lado de la pantalla. Por desgracia para la embarazada, para cuando suelta lo de “pero Mario, ¿tú has visto esto? Esto es una mierda”, la “tía de la agencia” (Nuria González, ‘Los Serrano’) ya está golpeando el cristal del automóvil para hacerles bajar y mostrarles esa “oportunidad única”.
La joven pareja comienza entonces a tener razones de más para asustarse. La propietaria del inmueble (un edificio inusualmente imponente para las afueras de una ciudad) habla de esa cosa destartalada y horrible como si fuese la ganga del siglo. Habla de unas ventajas que jamás se podrían soñar en un sitio así, de otros vecinos “enamorados” del lugar, de lo feliz que se puede ser en ese cuchitril... El asunto podría tomar forma de comedia, pero Balagueró y su co-guionista Alberto Marini miden el ritmo, la atmósfera y los diálogos con cinta métrica, y antes de que pueda aparecer una sonrisa en nuestros rostros, el personaje de Nuria González ya se ha delatado como una loca de campeonato: “bienvenidos a casa”, les propina a los tortolitos. ¿Pero no estaban simplemente echando una ojeada?
Cuando Clara explota ante los desvaríos de la mujer (“este piso es una mierda y no nos gusta”), se abre la caja de los truenos. A partir de ahí todo son terribles ataques (sobre todo hacia el personaje de Collado) y violencia a manta, pero mucho mejor utilizada y más de acuerdo con el contexto que en ‘La habitación del niño’ de Álex de la Iglesia.
Esta segunda entrega de ‘Películas para no dormir’, estrenada el día 19 de enero a las 22:45 en Telecinco, es todavía más entretenida que la primera, pero su verdadero logro reside en que supera las barreras del entretenimiento para llegar a ser escalofriante. Es un telefilme brutal con escenas turbadoras, como son el caso del episodio con la trituradora (aunque se vea venir es uno de los momentos más impactantes y espeluznantes que nos ha dejado nuestra televisión en años) o la del ascensor, capaz de destrozarle los nervios a cualquiera.
Es una pena que la duración sea tan corta (apenas 65 minutos, con lo que podría decirse que se trata de un “mediometraje para no dormir”), pero eso no impide a este Balagueró en estado de gracia crear una atmósfera malsana y asfixiante, que asusta y deprime a partes iguales.
No se le escapa nada al cineasta catalán. El autor de ‘Darkness’ y ‘Frágiles’ se las ingenia para acelerar el pulso del espectador, manteniéndolo en constante alerta hasta ese terrible final, que aunque no sea una sorpresa redonda puede presumir de dejar muy mal sabor de boca, lo que es un logro en este tipo de historias. Este retorcido y malvado desenlace sí recuerda (aunque con un sello personal, moderno y rompedor) a los finales de las ‘Historias para no dormir’ de Ibáñez-Serrador.
Balagueró también se las ingenia para sacar unas interpretaciones muy logradas a sus protagonistas. Macarena Gómez, pareja del director en la vida real, está estupenda en la piel de esa víctima desesperada (que no desvalida) y Nuria González, insuperable, construye una villana desequilibrada (con toques de perversa ironía) que ya se ha ganado un puesto de honor en la galería de las mejores malas de televisión. El pobre Adriá Collado, entre tan complicada competencia, se ve bastante eclipsado en ese papel de saco de boxeo al que todo el mundo vapulea.
Una pieza maestra de televisión la que nos deja Jaume Balagueró. Esperamos su vuelta a este medio, y esperamos la vuelta de ‘Películas para no dormir’.
2 comentarios:
Estoy contigo, excelente telefilm. La mejor de todas las "Películas para no dormir".
Creo que fácilmente pudo haber entrado en un especial de "películas para nunca ver". El señor no tiene idea de cine de terror y este tvfilm lo vuelve a probar. Alex de la Iglesia que no se decanta de hacer cine de este género, sí que hizo un megatrabajo. Ni el slasher film que es parte del 'exploitation film' puede imitar. Una verdadera pérdida de tiempo.
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