El cine en televisión siempre tiene que vérselas con más de un obstáculo a la hora de llegar al espectador con su mensaje, pretensiones y estructura intactas. Suele ser la (maldita) publicidad la que le suele poner la zancadilla al cine que se pasa por la pequeña pantalla, con esos cortes que duran más que el propio metraje. ‘Frío sol de invierno’, que se emitió el miércoles a las 22:45 en el primer canal de Euskal Telebista bajo el título ‘Neguko eguzki hotza’, no sólo tuvo que hacer frente a los cortes publicitarios, sino también a un doblaje en euskera que parecía querer incitar al espectador a la huida. Pero hace falta más para hundir a ciertas películas.
Marisa Paredes en 'Frío sol de invierno' (Pablo Malo, 2004)
No es la primera vez que ocurre. Los doblajes de ETB han ido de record en record a lo largo de los años, de chapuza en chapuza. Se me ocurren varios ejemplos de películas destrozadas, heridas de gravedad o, cuando menos, algo desmejoradas por los doblajes euskaldunes, aunque el ejemplo más famoso de doblaje-chapuza entre los que hemos visto pasar por la ETB1 últimamente es el de ‘Yoyes’, de la cineasta navarra Helena Taberna.Los dobladores que ponen su voz para que los filmes pasen al euskera no suelen estar muy acertados a la hora de hacer casar sus frases con los labios de los actores, y muchas veces las propias voces, además de escasas (por lo que parece hay cuatro gatos contados que se dedican a esto en Euskadi), son muy diferentes a las de los intérpretes originales. Pero con ‘Yoyes’ la cosa iba mucho más lejos, ya que la labor de los dobladores echaba por tierra la seriedad de la película.Aunque se trate de un filme francamente bueno, la versión que se emite en ETB1 (íntegramente en euskera) da pie a más de una situación inverosímil. Por ejemplo: en una escena Ana Torrent (‘Tesis’) admitía, con la cabeza gacha y aires de enorme culpabilidad, no saber hablar euskera, aunque acto seguido continuaba soltando sus diálogos en vascuence con una facilidad pasmosa. Pasmosa y ridícula a ojos del espectador desde ese momento en adelante.Un poco al estilo de ‘¿Quién puede matar a un niño’, la magnífica película de Chicho Ibáñez-Serrador, donde los protagonistas (el australiano Lewis Fiander y la británica Prunella Ransome) interpretaban a dos turistas ingleses y demostraban a través de sus gestos tener grandes dificultades para hacerse entender por ciudadanos del sur de España, aunque el filme estaba doblado de cabo a rabo y veíamos a los actores soltando sus diálogos en español incluso cuando discutían acaloradamente entre ellos.Cierto es que ETB1 no tiene gran cosa de la que tirar cuando se trata de cine, pues la producción de películas en euskera es cualquier cosa menos prolífica (en casi quince años tan sólo dos filmes han sido rodados en euskera, ‘Aupa Etxebeste!’, de Asier Altuna y Telmo Esnal, y ‘Kutsidazu bidea, Ixabel’, de Fernando Bernués y Mireia Gabilondo), y también es verdad que el ejemplo de ‘¿Quién puede matar a un niño?’ demuestra que en todas partes se cuecen habas, pero también hay que decir que los doblajes españoles son inmensamente superiores (y estoy siendo todo lo amable que puedo ser) a los euskaldunes y, por tanto, molestan y distraen menos. Qué no daría yo por unos subtítulos a tiempo en la ETB...Volviendo a ‘Frío sol de invierno’ (y no a ‘Neguko eguzki hotza’), hay que decir que el debut en el largo de Pablo Malo (autor de los cortometrajes ‘El ángel de mármol’ y ‘Jardines deshabitados’, entre otros) es una película que ha sido levantada de forma muy firme. Es dura y deprimente, con su ambiente deprimente, bares deprimentes, casas deprimentes y personajes deprimentes, pero sin que todo esto haga sombra a lo que se quiere contar, que es un melodrama familiar sólido y directo.El donostiarra Pablo Malo demuestra ser un director preocupado y de buen pulso. Un cineasta preocupado por planificar las escenas como es debido, por dibujar sus personajes con sumo cuidado y preocupado por sacar lo mejor de sus actores (en tanto que éstos se dejen, cosa que no hace el protagonista).En este sentido hay que destacar la fortaleza de Marisa Paredes en un personaje bastante alejado de los que acostumbra a obtener, una mujer sumamente maltratada por una existencia difícil. La frescura de Javier Pereira (‘Heroína’, ‘Tu vida en 65'’) y la naturalidad de Marta Etura (‘La vida de nadie’, ‘Azuloscurocasinegro’) también son de agradecer.Unax Ugalde, en cambio, se erige en el mayor problema de la película, y no es un problema pequeño puesto que se trata del protagonista. Ugalde no acierta a ser todo lo misterioso que el personaje le pide ser, y si consigue trasmitir una imagen de inaccesibilidad es sólo por el hecho de no estar lo suficientemente relajado para meterse de lleno en un papel tan complicado como el de este Adrián. El actor está tan perdido que obliga muchas veces a todos los que le rodean a hacer el trabajo por él (en la escena de (post)cama con Raquel Pérez, por ejemplo, cuando por sí mismo no acierta a ser lo más remotamente amenazador y la interpretación de Pérez y la música de Aitor Amézaga tienen que provocar toda la tensión por su cuenta y riesgo).En un director que tan acertadamente eligió (y guió) a Paredes, Pereira y Etura, sorprende que eligiese al actor vitoriano para el más complejo de toda la galería.Quizás ‘Frío sol de invierno’ sea algo confusa a la hora de contar la historia de ese protagonista que tras salir de un psiquiátrico se da a la búsqueda de su padre, al que parece culpar de todas sus desgracias. El hecho de no saber lo que atormenta a ese personaje hasta bien entrada la película hace que el camino que lleva a esa impactante y desoladora última escena sea un tanto incierto.En cualquier caso, la primera película de Pablo Malo (justo ganador del Goya al mejor director novel en la edición de 2005) es un comienzo más que prometedor, un viaje a los bajos fondos en el que la suciedad y oscuridad del ambiente no eclipsa a la historia.Hubiese merecido un estreno en televisión algo más digno. Esperamos un pase en ETB2 cuanto antes.
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