lunes, 27 de noviembre de 2006

Crítica | SMS; Una botella más que vacía

‘SMS’, el título del serial que emite La Sexta de lunes a viernes a las 16:10, es una abreviatura de ‘Sin Miedo a Soñar’, aunque muy bien podría serlo de ‘Sin la Mínima Sustancia’. No llega a los puntos más bajos que alcanza la ficción en ese horario (ahí está la insultante ‘El color del pecado’, de Antena 3 TV, para asegurarse de ello) pero dista mucho de ser una digna competidora para ‘Amar en tiempos revueltos’ (TVE-1).

Algunos de los protagonistas de 'SMS'

El argumento de ‘SMS’ es el siguiente según la página web de La Sexta: “la historia de un grupo de adolescentes de clase alta cuya vida cambia bruscamente tras la llegada de un joven de barrio”. No estoy en posición de decir que trata sobre otra cosa, pero desde luego las cosas no quedan ahí. En el capítulo de hoy, titulado con lo que parece un gran esfuerzo creativo ‘La botya ½ yena’ (lo que sería ‘La botella medio llena’ para cualquier otra serie que no quisiera dárselas de moderna), veíamos amores imposibles, una madre acusada (injustamente, faltaría más) de estafa, una hija “humillada” hasta extremos insospechados porque su madre no paga las mensualidades de sus clases y un etcétera de cosas que no vale la pena enumerar. Todo con tanta falta de originalidad como de talento, y con una torpeza a la hora de intentar involucrar al espectador en la trama que no se ve superada ni por el peor culebrón que podamos encontrar en la última de las cadenas locales.

Recursos como el de dividir la pantalla en recuadros que muestran a los distintos personajes (y alguna otra cosa que se quiera destacar) al mismo tiempo, tienen de modernos lo que de idiotas. Si lo que pretenden es emular a ‘24’ en una serie como esta, permitid que me carcajee. Si lo que pretenden, por otro lado, es resaltar (como en el capítulo de hoy) la expresividad de los ojos de actores como Mario Casas o Aroa Gimeno, permitid que me carcajee de nuevo. Ninguno de los anteriores tiene en sus ojos, por decirlo de un modo amable, la expresividad de las grandes estrellas, esas que no tienen necesidad de diálogos para decir cualquier cosa. Aunque, también es cierto, nunca hay gran cosa que expresar en ‘SMS’, nada que merezca la pena hacer llegar al espectador al menos.

Como suele ocurrir, los actores pagan en esta serie los platos rotos de un guión sin la menor sustancia. Lola Marceli tiene el papel de seria, aburrida y autoritaria de la función, esa madre que parece haber sido creada solo para fastidiar a su hija. Es una lástima que Marceli, una sólida actriz, se lo tome tan en serio, ya que se acaba echando a perder entre gritos y muecas de madre desesperada. Aunque mucho peor parado sale Javier Albalá, un actor que parece pensar que hacer de padre se limita a hablar con tono pausado, alto y cantarín, casi silabeando.

Los más jóvenes del reparto no parecen grandes promesas precisamente, y para muestra un botón: Raúl Peña interpretaba hoy el esperado reencuentro de su personaje con su padre (que al parecer acababa de salir de prisión) como si de un saludo incómodo se tratara. Peña tendrá que aprender que por fuerte que se abrace a alguien hay algo llamado lenguaje corporal que está ahí y que puede delatar lo falso de un movimiento por exagerado que se intente hacer.

La vuelta de Antonio Hortelano a la ficción adolescente habrá alegrado a más de uno (y sobre todo a más de una), pero solo se puede decir de él que su presencia en ‘SMS’ no le hace ningún favor: no es muy agradable comprobar que, habiendo como hay tantos y tantos actores en paro, un intérprete que ha sido admirado durante años no sepa todavía llorar en pantalla. Cualquiera hubiese interpretado la única escena que tenía hoy con mejores resultados, pero viendo ‘SMS’ queda claro que los resultados no son algo que preocupen demasiado a los responsables de este disparate. Los creadores de la serie son Daniel Écija, Ernesto Pozuelo y Carmen Ortiz. Mejor hubiesen hecho en firmar bajo seudónimo.

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