lunes, 6 de noviembre de 2006

Crítica | 28 DÍAS; Sandra Bullock en 'Días de vino y risas'

El problema de ’28 días’ ('28 Days'), una película de Betty Thomas, es que pretende tirar hacia lo independiente, con Steve Buscemi en su reparto, pero al mismo tiempo hacia lo comercial, con Sandra Bullock como estrella de la función. Todo no se puede. Al final, el filme naufraga como retrato de pretensiones realistas sobre el alcoholismo y como aventura taquillera de la heroína de turno.

Sandra Bullock en '28 días' (Betty Thomas, 2000)

Comparar a ’28 días’ con ‘Días de vino y rosas’ (Blake Edwards, 1962) sería un tanto malvado, pero no se puede pasar de largo sin decir que la temática del alcoholismo pocas veces ha estado narrada de una manera tan superficial y desdramatizada. Sandra Bullock interpreta a Gwen Cummings, una escritora en horas bajas que vive atrapada en una espiral de borracheras y resacas de órdago. Ya durante los créditos de inicio la vemos en una fiesta junto a su novio Jasper (Dominic West), ambos bebiendo a lo loco. Más tarde los dos están en casa de ella, y a la mañana siguiente se despiertan, borrachos perdidos todavía, con muchas prisas. Gwen llega tarde a la boda de su hermana, en la que se supone es una de las damas de honor, y ésta (Elizabeth Perkins) le propina un tópico “haces que sea imposible quererte”. Pero el personaje de Bullock todavía tiene que hacer alguna locura más para propiciar su internamiento en un centro de rehabilitación, de modo que roba una limusina y se empotra contra una casa abriéndose la frente.

Lo que impide que ’28 días’ sea ignorada como “una más de la Bullock” es el hecho de que trata un tema bastante más serio que el amorío o concurso de misses de turno. Nada de lo que le pasa a la protagonista mientras es alcohólica es tratado con la seriedad debida en esta película: la juerga que ilustra la primera escena, el ridículo en la boda y el accidente de coche tienen un aire demasiado divertido como para tomarlos en serio, como si el guión de Susannah Grant (lejos de su trabajo para ‘Erin Brockovich’, también de 2000) quisiese hacernos ver lo grave de la situación a la vez que nos hace reír, pero la jugada le sale mal. El cómico tambaleo de Sandra Bullock cuando sale de la limusina con sangre en la frente es uno de los momentos más bajos de su carrera, una ilustración insultante para un tema que merecía respeto.

Los flashbacks a la infancia de Gwen, que tienen una estética parecida a los créditos de la serie ‘Malcolm’ (‘Malcolm in the middle’), y la hostilidad del personaje de Elizabeth Perkins no logran ilustrar el drama vivido por la familia y sus consecuencias en el presente. Tampoco el proceso de aprendizaje de Gwen en la clínica está bien narrado, pasando en un par de escenas de la rebeldía al arrepentimiento. Al personaje de Bullock tan pronto se le ve saltando por una ventana para echar mano a unas pastillas como lanzando al agua el champán que su novio le lleva. Así pues, lo que narra ’28 días’ no parece tanto un proceso como una milagrosa y heroica recuperación.

Sandra Bullock, intentando demostrar sus aptitudes para el drama, tiene un papel más duro que de costumbre (pocas veces se escuchan frases como “no sabes una puta mierda sobre mí” salir de ella). Pero la actriz se debate en todo momento entre el drama y la comedia sin acierto en ninguno de los dos apartados, dejando su interpretación en un fallido intento de ser considerada una actriz seria sin perder el favor de su público. Su trabajo en ’28 días’ carece de intensidad.

Steve Buscemi, alejado también de su rol habitual de patético perdedor, tiene que salir adelante con el papel más soso de cuantos hay en la película. El actor es en esta ocasión el hombre correcto, el doctor (o supervisor o lo que sea), y seguro que con un guión más elaborado hubiese sabido adaptarse al nuevo registro, pero en ’28 días’ simplemente no tiene tiempo de hacerlo. Dominic West, en un papel de canalla diseñado para remarcar el progreso del personaje de Bullock, hace lo que puede, y Viggo Mortensen, como jugador de béisbol venido a menos, no hace nada. El único personaje algo complejo es el de Azura Skye, al que la actriz se enfrenta con dignidad.

Hay muy poco más que decir sobre ’28 días’, que se emitió ayer a las 16:00 en el canal Hollywood. Lejos ya los días en los que Blake Edwards dirigía ‘Días de vino y rosas’ y una actriz como Lee Remick la protagonizaba, ahora nos tenemos que contentar con la falta de rigor de Betty Thomas y la falta de garra de Sandra Bullock. Ni cine independiente ni comercial, si mucho menos bueno.

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