No hay nada especial que decir sobre ‘Martin’, la teleserie que emite ETB1 cada viernes a las 21:45, aunque su simple existencia o, mejor dicho, el simple hecho de que haya en el primer canal de Euskal Telebista una ficción que no sea ‘Goenkale’, ya es de agradecer. Pero la serie de Tentazioa y Hostoil es una comedia bastante apagada y carente de interés.
Protagonizada por José Ramón Soroiz y Elena Irureta, ‘Martin’ gira entorno a las andanzas de un locutor radiofónico, cuyas aventuras no van más allá de la anécdota inofensiva. Martin Manterola vive con su mujer y sus hijas y, con sus maneras de padre de familia que nunca llega a estar curado de espanto, va de aquí para allá a ver lo que toca encontrarse en cada nuevo episodio, de su colorido piso a la ajetreada radio y de allí al bar de la serie, un lugar imprescindible en cualquier producción de estas características.
En el capítulo de ayer noche, ‘Xagu txiki, xagu maite’ (‘Pequeño ratón, querido ratón’), escrito por Arkaitz Kano y dirigido por Eneko Olasagasti (‘Sí, quiero...’), las tramas eran tan descafeinadas como de costumbre. Estaba el padre que intentaba en cierto modo impedir que su hija (Amaia Iraundegi) se alejara más de él, y para ello intentaba superar en conocimientos al amigo de ésta, Benito (Xabier Mitxelena), aunque para ello hubiese que robar y mentir.
Protagonizada por José Ramón Soroiz y Elena Irureta, ‘Martin’ gira entorno a las andanzas de un locutor radiofónico, cuyas aventuras no van más allá de la anécdota inofensiva. Martin Manterola vive con su mujer y sus hijas y, con sus maneras de padre de familia que nunca llega a estar curado de espanto, va de aquí para allá a ver lo que toca encontrarse en cada nuevo episodio, de su colorido piso a la ajetreada radio y de allí al bar de la serie, un lugar imprescindible en cualquier producción de estas características.
En el capítulo de ayer noche, ‘Xagu txiki, xagu maite’ (‘Pequeño ratón, querido ratón’), escrito por Arkaitz Kano y dirigido por Eneko Olasagasti (‘Sí, quiero...’), las tramas eran tan descafeinadas como de costumbre. Estaba el padre que intentaba en cierto modo impedir que su hija (Amaia Iraundegi) se alejara más de él, y para ello intentaba superar en conocimientos al amigo de ésta, Benito (Xabier Mitxelena), aunque para ello hubiese que robar y mentir.
Estaba el típico lío de ambiente laboral, sin ninguna chicha, en el que un ratón sembraba el terror entre los trabajadores de turno. Ni las reacciones de los involucrados (Mireia Gabilondo, Jon Elola) ni la visión del ridículo animalillo llegaban a crear el más mínimo interés.
Por otro lado, estaba la trama de la abuela de la familia (Itziar Aizpuru) que, con más picardía que malas intenciones, escondía lo benigno de su tumor para seguir sintiéndose “como una reina”. Las atenciones que le dedicaba el personaje de Elena Irureta a la supuesta moribunda eran lo más destacable del episodio de ayer. También esa canción que decía “xagu ttiki, xagu xume, xagu kabroi putakume...” (“pequeño ratón, humilde ratón, ratón cabrón e hijo de puta...”), tenía cierto encanto con Josu Martinez cantándola guitarra en mano, con aires de melodía de hoguera veraniega. No es que fuesen momentos demasiado plausibles sino simplemente mejores que el resto.
José Ramón Soroiz tiene suficientes tablas como para saber moverse en comedia sin problemas, pero su trabajo en ‘Martin’ se ve claramente limitado por lo intrascendente de su papel, eso teniendo el personaje que da nombre a la serie, con que sobre el resto ya se ha dicho bastante. Elena Irureta se las apaña mejor que el anterior a pesar de tener, en lo que al guión se refiere, una base peor, pero su naturalidad y buen hacer no son explotados hasta el punto en que debieran.
José Ramón Soroiz tiene suficientes tablas como para saber moverse en comedia sin problemas, pero su trabajo en ‘Martin’ se ve claramente limitado por lo intrascendente de su papel, eso teniendo el personaje que da nombre a la serie, con que sobre el resto ya se ha dicho bastante. Elena Irureta se las apaña mejor que el anterior a pesar de tener, en lo que al guión se refiere, una base peor, pero su naturalidad y buen hacer no son explotados hasta el punto en que debieran.
El resto del reparto queda varios escalones por debajo de la pareja protagonista. Jon Elola compone el típico y tópico papel de homosexual amanerado, exagerado hasta en su teñido y demasiado parecido a todos los que hemos visto hasta ahora. Nadie les reprochará el incluir a un gay entre los personajes, todo lo contrario, pero eso no quiere decir que con la inclusión se haya cumplido. Itziar Aizpuru e Isidoro Fernández salvan los muebles como buenamente pueden. Iban Garate parece más acelerado de lo que conviene.
Aunque hay que aclarar que los actores tienen la menor de las culpas. Cuando el guión es tan simplón que parece haberse escrito sobre un par de servilletas, la labor de aquellos que dependen de él no suele ser muy llevadera. La cosa se queda en un mero entretenimiento, que no roba demasiado tiempo pero que lo roba. Las insípidas aventuras de Martin y los suyos están por encima de las vividas por los telefílmicos personajes de ‘Goenkale’, pero no son excusas para dar por buena esta otra serie de la ETB.
Aunque hay que aclarar que los actores tienen la menor de las culpas. Cuando el guión es tan simplón que parece haberse escrito sobre un par de servilletas, la labor de aquellos que dependen de él no suele ser muy llevadera. La cosa se queda en un mero entretenimiento, que no roba demasiado tiempo pero que lo roba. Las insípidas aventuras de Martin y los suyos están por encima de las vividas por los telefílmicos personajes de ‘Goenkale’, pero no son excusas para dar por buena esta otra serie de la ETB.
(Foto: José Ramón Soroiz y Elena Irureta)
No hay comentarios:
Publicar un comentario