lunes, 24 de septiembre de 2007
Crítica | RIS CIENTÍFICA; Introducir a la oveja negra en el equipo consagrado a detenerlas
miércoles, 19 de septiembre de 2007
Crítica | BIG LOVE; En familia (polígama)
(Foto: Bill Paxton y Jeanne Tripplehorn en 'Big Love')
lunes, 17 de septiembre de 2007
Crítica | SHARK; Los nombres y la serie que acabará habiendo delante de ellos
martes, 11 de septiembre de 2007
Crítica | HERMANOS Y DETECTIVES; Juegos de mayores
El primer episodio, ‘El profesor Fontán’, comenzaba con lo que podríamos llamar la candidatura del día a crimen perfecto. Un profesor universitario de literatura (Eusebio Poncela, ‘Viento del pueblo: Miguel Hernández’) visitaba a su alumno más aventajado para, en principio, comentar los puntos fuertes y flacos del borrador de una novela escrita por el joven. Después el profesor mataba al chico para apropiarse del texto original.
No era un repentino arrebato de histeria o envidia. El asesino demostraba tenerlo todo preparado a conciencia y no titubeaba demasiado a la hora de llevar sus planes a la práctica. Además, el crimen se orquestaba en pantalla de forma bastante gráfica, en una atmósfera deprimente y perversa. No se sugería, vamos, se mostraba. Para cuando llegaba la madre de la víctima (interpretada por María Garralón, ‘Verano azul’) el profesor ya lo había preparado todo para simular un suicidio.
En otro punto de la ciudad dos hermanos que hasta entonces no sabían el uno del otro (Diego Martín y el argentino Rodrigo Noya, ambos estupendos) se conocían por primera vez. Sorpresa, frustración, rechazo y cierta curiosidad. Después, el mayor, un policía algo amargado, acababa acogiendo al pequeño, un superdotado con gafas y encanto.
A partir de entonces, ‘Hermanos y detectives’ venía a confirmar que algunos caminos que toma son algo dudosos. Primero, durante un contacto inicial entre ambos hermanos, el mayor, Daniel, permitía al pequeño, Lorenzo, ver las fotografías del cadáver de su caso (un joven con un disparo en la cabeza no parece la visión ideal para un niño que se está tomando un batido).
Después, en un aparente intento de alejar a su hermano pequeño del ambiente hostil de una comisaría (¡hasta travestis había por allí!), Daniel se lo llevaba consigo a la casa donde se había cometido el asesinato, donde les esperaba el propio criminal. Buen movimiento. Más tarde, para rematar, dejaba al niño a solas con el asesino.
Antes de darnos cuenta, el niño estaba en medio de la vía del tren con el psicópata. Acto seguido, era el psicópata el que estaba en la vía y el niño casi presenciando un suicidio, éste ya de verdad.
Hermanos y detectives’ daba la impresión de no saber dónde empezar con la comedia y dónde con la parte más seria. Y es una pena, porque la serie tiene posibilidades.
Ya en las primeras escenas, al asesinato le seguían unas cómicas secuencias en las que los agentes, en plena escena del crimen, aplaudían ascensos y hablaban sobre tartas a las que les encantaría hincar el diente. Después, teníamos a una madre, viuda para más señas, destrozada ante el posible suicidio de su único hijo.
No es una serie necia como ‘Los hombres de Paco’ ni mucho menos, pero tiene cosas que no cuadran. No puede uno dejar de pensar que el niño protagonista está inmerso en un mundo de mayores en el que no hay tiempos muertos. Hay muertos, sin más. Eso sí, ‘Hermanos y detectives’ parece bastante más inofensiva para la infancia que ‘Ana y los siete’ o ‘Los Serrano’.
Su segundo episodio se emite esta noche a las 22:00 en Telecinco.
viernes, 7 de septiembre de 2007
Crítica | CASO ABIERTO; Cuando seguir adelante es mirar al pasado
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Crítica | QUART, EL HOMBRE DE ROMA; Entre el sacerdocio y la guardia vaticana
Producida por Endemol en colaboración con Origen PC para Antena 3, ‘Quart’ es una serie más elaborada que la mayoría de las creaciones españolas. También nos pide más atención que el resto de esas creaciones. La trama no está hecha para aquellos que lleguen medio dormidos al sofá del salón. Es la clase de producción en la que hay que esperar para obtener respuestas, y las que se obtienen no son siempre lo satisfactorias que quisieran los consumidores de las ficciones más comerciales.